En 1633 ingresó al Real Colegio de San Martín donde cursó Artes y Teología.
En 1647 pasó a ser canónigo doctoral del Cabildo Metropolitano de Lima.
Por entonces ya tenía prestigio, tanto por su erudición, como por su buen juicio y su probidad.
El nombramiento se hizo efectivo en 1674, pero Ibarra permaneció en Lima, posiblemente para preparar la recepción de las órdenes mayores y perfeccionar así su estado clerical.
Se apartó de la función pública, pero no llegó a ocupar su obispado pues falleció poco después.
Los oidores las disposiciones que más les parecieron pertinentes para cumplir esta obligación.