La acción derivó en una avalancha humana que produjo una estampida de enorme mortandad entre los presentes dentro del recinto.
Según las crónicas, planeaba reclutar a algunos de los conquistadores para robar armas y caballos.
Soto y sus hombres, después de cruzar el campamento, llegaron ante la puerta del palacete y, sin bajar de sus caballos, enviaron a Felipillo para que solicitase la presencia del Inca.
Un «orejón» (nobles andinos) fue donde su señor con el mensaje y los españoles quedaron a la espera de alguna respuesta.
Sin bajarse del animal, Pizarro se dirigió a Soto preguntándole por el motivo de su demora, a lo que este respondió «aquí me tienen diciendo ya sale Atahualpa... y no sale».
Hernando Pizarro, muy molesto, le ordenó a Martinillo que llamara al Inca, pero como nadie salía, se encolerizó aún más y dijo: «¡Decidle al perro que salga...!»[19] Tras el agravio de Hernando Pizarro, el orejón Ciquinchara salió del palacete a observar la situación y luego volvió al interior, informando a Atahualpa que se hallaba afuera el mismo español que lo había descalabrado en Poechos (sede del curacazgo de Maizavilca, en Piura), cuando se hallaba espiando el campamento español.
[19] Hernando Pizarro, sintiéndose desplazado, le dijo a Martinillo que le comunicara a Atahualpa que entre él y el capitán Soto no había diferencia, porque ambos eran capitanes de Su Majestad.
El desplazamiento le tomó buena parte del día, causando desesperación en Francisco Pizarro y sus soldados, porque no querían pelear de noche.
Dentro de Cajamarca, los españoles habían hecho ya los preparativos para tender la celada.
A los caballos se les colocó cascabeles para que hicieran más ruido al momento de galopar.
[26] Los asistentes de Atahualpa estaban lujosamente vestidos con lo que aparentemente eran vestimentas ceremoniales.
Muchos llevaban discos de oro o plata en la cabeza y la fiesta principal estaba precedida por un grupo con librea de colores a cuadros, que cantaba mientras barría la calzada frente a Atahualpa.
Atahualpa se sintió insultado y confundido por estas demandas de los españoles.
[33] El Inca notó que Valverde miraba su breviario antes de pronunciar las frases del Requerimiento y con curiosidad se la pidió.
Simultáneamente, el otro escuadrón de españoles abría fuego con sus mosquetes desde larga distancia.
[35] Los españoles arremetieron especialmente contra los nobles y curacas, que se distinguían por sus libreas (uniformes) con escaques de color morado.
Mientras Juan Pizarro y los suyos cercaban al Señor de Chincha y lo mataban en su litera, Francisco Pizarro cabalgó entre ellos hasta donde Andrés Contero que había extraído a Atahualpa de la litera.
Mientras que sucedía esto, otros soldados también alcanzaron la litera y uno de ellos intentó matar a Atahualpa.
Reconociendo el valor del Inca como prisionero, Pizarro se interpuso a tiempo, gritando que «nadie hiera al indio so pena de la vida... »; se dice que en ese forcejeo, el mismo Pizarro sufrió una herida en la mano.
[39] Como resultado del encuentro, entre 4000 a 5000 personas murieron (entre sirvientes y guardias atahualpistas, junto a terceros que allí se encontraban, como los pobladores de Cajamarca y varios orejones huascaristas enviados con ofrecimientos de parte del Inca cautivo), otros 7000 fueron heridos o capturados, según los cronistas los españoles tuvieron solo un muerto (un esclavo negro)[6] y varios heridos.