En 1616, reinició las obras del acueducto que abastecía al Valle de México, suspendidas desde 1614.
Su opinión fue que no serviría para drenar los lagos, pero que podría servir para desviar el río Cuautitlán, la principal causa de las continuas inundaciones de la zona.
También en 1616 se produjeron muy malas cosechas debido a la sequía, lo que provocó hambruna por toda Nueva España.
Estableció un tribunal para regular la compra y venta de mercurio, utilizado en la producción del oro y la plata que las minas de la Nueva España habían comenzado a exportar en buena cantidad.
El mercurio o azogue era llevado a la Nueva España desde las minas de Huancavelica en el Virreinato del Perú o desde las minas del Almadén, en la España insular.
Debido a sus grandes obras, recibió el apodo de «El Buen Virrey».