Debía sustituir en el mando al enérgico y exitoso Francisco Álvarez de Toledo, el organizador del virreinato peruano.
En las cartas escritas por el virrey tras su instalación en el Perú puede descubrirse alguna traza de envidia o enfado por el sello demasiado personalista que su antecesor había impreso a las tareas administrativas.
Durante su corta administración se lo conocía en Lima como el Gotoso por la gota que padecía.
El poder fue asumido interinamente por la Audiencia presidida por el oidor Cristóbal Ramírez de Cartagena.
El historiador peruano Rubén Vargas Ugarte ha escrito sobre este virrey lo siguiente: