Basílica y convento de San Francisco (Lima)

Ramón Menéndez Pidal, filólogo y erudito español, al respecto comentó: «Es el monumento más grande y más noble que erigiera en éstas tierras de prodigio la conquista».

Un rítmico almohadillado recorre sus muros, que en su parte superior se encuentran adornados por una balaustrada de madera.

Traspasando la puerta del convento, se ubica un ambiente espacioso, con zócalos adornados por azulejos, que presenta como atracción principal un tríptico del Señor Crucificado, cuyas pinturas laterales, son obras de Angelino Medoro.

Cuando en 1974 se descolgaron los lienzos, con el objeto de restaurarlos, se descubrió en forma casual pinturas murales con técnica mixta, al temple y óleo, correspondiente a la escuela manierista italiana, que datan del primer tercio del siglo XVII.

Fueron realizadas sobre el muro de las paredes; actualmente se encuentran en investigación por restauradores profesionales.

Ambiente donde se reunían los franciscanos para celebrar sus capítulos conventuales y elegir un nuevo superior o tratar asuntos de principal importancia.

La sala capitular de este convento es una sala histórica, porque en ella el clero regular firmó el Acta de la Independencia, mientras que en la catedral la firmaron los miembros del clero secular.

Ha sido utilizada por muchísimos años en la tradicional «Procesión del Paso», entre los templos de San Francisco y Santo Domingo.

Zurbarán fue un pintor que realizó sus obras en estilo barroco, mayormente sobre temas religiosos, en los cuales la composición y el colorido son totalmente fantásticos, dando la impresión de estar observando una imagen natural.

Los trabajos de este artista se encuentran en los mejores museos del mundo.

En épocas anteriores, en este lugar se reunían los franciscanos para sus oficios o ceremonias religiosas.

Aquí se encuentran las pruebas manuscritas de las gestiones realizadas con España y Roma por la Orden Franciscana desde la llegada a América especialmente al Perú.

Actualmente lo están organizando de manera sistemática para ser más útil a sus usuarios, iniciándose estos trabajos en 1983, y contando desde 1987 con la ayuda Unesco.

Cuando se sube al segundo piso por la escalera de ladrillo pastelero que se encuentra a la mano izquierda y nos detenemos por un momento en la mitad del camino, al levantar la cabeza tenemos sobre nosotros a la hermosa cúpula de diseño mudéjar, la cual, por su acabado y dimensiones no tiene comparación en todo el continente americano.

Colaboró, con dichos trabajos el cuzqueño Juan de Dios Muñoz, quien rehízo las maderas dañadas, en cuya decoración predominan las figuras geométricas.

Su construcción no era en aquel tiempo muy sólida, por lo que en 1614, el arquitecto y obrero mayor del convento, fray Miguel de Huerta, advirtió que los pilares del templo tenían escasos cimientos y estaban colocados sobre cascajo.

Francisco de Borja, su comisario general, fue quien contrató los servicios del arquitecto portugués Constantino de Vasconcellos quien realizó los planos y del alarife limeño Manuel Escobar, para encargarles que edificaran un nuevo Templo, en el mismo sitio.

Según cuentan las tradiciones escritas por Ricardo Palma, dichos azulejos fueron colocados por Alonso Godínez, natural de Guadalajara, España, quien había sido condenado a la horca por haber dado muerte a su esposa, el mismo que al ser confesado por el guardián de San Francisco el mismo día de su ejecución, le comunicó dicha habilidad.

Fachada principal de estilo barroco de la Iglesia de San Francisco
Claustro principal del Convento de San Francisco.
Osario en las catacumbas de San Francisco.
Basílica de San Francisco en 1673 por Pedro Nolasco.
Basílica de San Francisco a principios del siglo XX .