No obstante es relevante exponer la historia anterior del territorio actualmente integrado en dicha región.Las primeras culturas desarrolladas en Andalucía (Los Millares, El Argar y Tartessos), tuvieron un claro matiz orientalizante, debido a que pueblos del Mediterráneo oriental se asentaron en las costas andaluzas en busca de minerales y dejaron su influjo civilizador.Andalucía quedó incorporada plenamente a la civilización occidental con la conquista y romanización de la provincia Bética.Entre estos últimos, el Reino nazarí de Granada tuvo un papel histórico y emblemático fundamental.Otro de los cambios importantes producidos en este período fue el desarrollo del transporte y el comercio, debido a la localización de los yacimientos metálicos y a su transporte hacia las zonas del arco levantino mediterráneo.Al parecer, Tartessos también mantenía intercambios comerciales con los griegos focenses que según Heródoto eran sus aliados.En ellas se confunden con frecuencia lo histórico con lo mítico o semimítico, con reyes como Gerión, Habis, Nórax y Argantonio.[14] Sin embargo, como heredera de su cultura surgió la Turdetania, una región poblada por los turdetanos, un pueblo íbero que, según Estrabón: Paralelamente a los turdetanos, en el territorio de Tartessos habitaron otros pueblos indígenas: los túrdulos, bastetanos, oretanos y conios.Posteriormente, en época de Augusto se creó una nueva división administrativa, la provincia Bética con capital en Corduba.La Bética tuvo una importante aportación al conjunto del Imperio romano, tanto económica como cultural y política.Las luchas internas fueron una constante en al-Ándalus debido a los intereses encontrados de las diversas comunidades raciales y religiosas que vivían en él.Al norte del Guadiana se disponían las tres grandes marcas militares de Mérida, Toledo y Zaragoza en continua rebeldía.La deposición de Hisham III y la abolición del califato en 1031, hizo que las coras, dominadas por clanes árabes, bereberes o eslavos, se proclamaran independientes, con la consiguiente fragmentación del estado omeya en multitud de reinos conocidos como Primeros Taifas.[27] Estas taifas fueron posteriormente sometidas por los almohades, que establecieron su capital en Sevilla, consiguiendo parar el avance cristiano con grandes victorias como en la batalla de Alarcos en 1195.Tras la revuelta mudéjar de 1264, la antigua población musulmana fue expulsada y la Baja Andalucía fue repoblándose lentamente con cristianos procedentes del norte.[30] A finales del Medievo, Andalucía era el territorio español con mayor presencia de extranjeros, principalmente italianos y en particular genoveses.Muchos andaluces en su mayoría onubenses,[34] como los Pinzón, los Niño y tantos otros participaron en dicha empresa, que usualmente se toma como hito para marcar el final de la Edad Media y el comienzo de la Moderna.Sin embargo, el siglo XVII es desastroso para Andalucía, por las epidemias de peste que sufrió.Se produce asimismo una nueva señorialización de las tierras, con el consiguiente perjuicio para los campesinos andaluces.Desde la primera mitad del siglo XVII Andalucía sufrió una aguda crisis y estancamiento económico, en el contexto de la decadencia española.Sin embargo, la escuadra inglesa y holandesa atacó en 1702 la costa atlántica cercana a Cádiz, y aunque fracasaron en su intento de establecerse allí, tomaron Gibraltar en 1704 aprovechando su indefensión, quedando en manos inglesas tras el Tratado de Utrecht.También, surgen nuevas ciudades, con el objetivo de repoblar comarcas que se querían desarrollar, como Linares y La Carolina, en Jaén.[43] En 1808 las tropas napoleónicas entraron en la península ibérica con el pretexto de invadir Portugal junto al ejército español.En 1823 el ejército francés (llamado "los Cien Mil Hijos de San Luis") invadió España y los liberales se refugiaron en Cádiz con Fernando VII como rehén.Así se hizo pero, apenas liberado, el rey Fernando volvió al absolutismo, dando paso a la Década Ominosa.La Restauración monárquica, liderada por el malagueño Antonio Cánovas del Castillo, trajo consigo la nueva Constitución de 1876, así como una gran inmovilidad política propiciada por el bipartidismo, que agravó aún más la grave situación de caciquismo reinante.La abolición de los señoríos jurisdiccionales pero no de sus censos enfitéuticos, en una zona tan fuertemente feudalizada desde la Baja Edad Media, sumió a Andalucía en una gran inestabilidad económica, a la que se le sumaba el problema político del caciquismo, que hizo nacer el movimiento anarquista entre las clases trabajadoras, cuyo ejemplo más clásico a la par que discutido es la Mano Negra.En el plano estrictamente bélico, la guerra civil en Andalucía se redujo a batallas menores, sin embargo los fusilamientos y la represión fueron abundantes.[53] En 1978 se estableció un gobierno autonómico provisional liderado por Plácido Fernández Viagas[54] y ese mismo año se promulgó la nueva constitución española, que estableció las vías para la creación de un estado descentralizado a través de las comunidades autónomas.Dicho artículo permitía el acceso a la autonomía por la vía rápida a las regiones de España que no hubieran aprobado estatuto de Autonomía durante la Segunda República y que, por ello, no eran consideradas "comunidades históricas".