Se encontraba en un lugar estratégico, desde donde se podía controlar la navegación entre Europa Oriental, los Balcanes, el mar Egeo y el norte de África, incluyendo a Egipto y Asia Menor.
Tradicionalmente, se utiliza la fecha fundacional de 667 a. C., la cual fue propuesta por el historiador Heródoto.
Aunque situada en medio de los bárbaros, Bizancio era considerada griega, por su origen y sus costumbres.
Bizancio, cuya historia es menos conocida que otras pequeñas polis de la Antigua Grecia, poseyó, no obstante, un gran papel político en el siglo IV a. C. Ótanes, uno de los generales de Darío I, conquistó Bizancio durante la Campaña persa contra los escitas del 513 a. C.[9] En el 499 a. C., se unió a la revuelta jónica[10] y, cuando en el verano del 493 a. C., la flota fenicia del rey persa se presentó ante la ciudad, los bizantinos huyeron a Mesembria.
[14] En el 416 a. C. se unieron a los calcedonios e hicieron una expedición militar en Bitinia.
Diodoro Sículo describe que durante la misma se llevaron a cabo actos de gran crueldad.
Irritados por esta perfidia, los griegos rompieron las puertas y entraron en Bizancio.
Los generales Timoteo, Hipócrates y el hijo de este, Menesteo fueron enviados a ayudarle durante la batalla naval que se preveía contra la flota del enemigo.
Timoteo e Hipócrates no entablaron batalla debido a un vendaval, pero Cares sí y perdió casi toda la flota (357 a. C.).
Atenas, a raíz de esto, se vio obligada a reconocer su independencia en el 355 a. C.[23] En el 340 a. C., Filipo, rey de Macedonia, que pretendía la hegemonía sobre todas las polis griegas la asedió.
[25] Durante las guerras macedónicas, entre Roma y Filipo V, los romanos otorgaron a Bizancio el título de ciudad confederada, por su ayuda.
El período antonino constituyó una época de apogeo económico, aunque la ciudad no recobró su pasado esplendor.
que aspiraban a urbanizar el interior de esta provincia considerada muy vasta y sobre todo salvaje.
Así es como los emperadores parece que velaron por la prosperidad de estas ciudades litorales en el siglo II.
En esta época, Bizancio se vio envuelta en la disputa entre el emperador romano Lucio Septimio Severo y Cayo Pescennio Níger, tomando partido por este último.
Debido a esto, Severo sitió la ciudad, donde resistían los partidarios de Níger.
Sin embargo, fue poco o nada golpeada por estas razias, al contrario que muchas ciudades de la Propóntide.
Después fue reconstruida de nuevo, pero en 262 el emperador Galieno se volvió a ensañar con la ciudad.
Ordenó una matanza de ciudadanos y todas las familias antiguas desaparecieron, excepto las que no se encontraban en la ciudad.
Bajo el sucesor de Galieno, Claudio II (emperador que gobernó sólo del 268-270), los bizantinos lucharon contra los godos.
Para ello utilizó más de cuarenta mil trabajadores, la mayoría esclavos godos.
La ciudad fue adornada con numerosas obras de arte, seleccionadas y enviadas desde todas las provincias del imperio.
En cuanto a la capital del imperio, se llamaba oficialmente Constantinopla, pero sus habitantes decían sencillamente «polis» (= la ciudad), de donde procede el nombre turco «Istanbul», deformación de «eis tên polin» (= en la ciudad).