[15] En él, Schopenhauer presenta un sistema filosófico que comprendía una sola «metafísica» como fundamento único de la realidad.
Su filosofía culmina con el ideal budista del nirvana, serenidad absoluta, que aniquila la «voluntad de vivir».
[4] Aunque su trabajo no logró atraer una atención sustancial durante su vida, Schopenhauer tuvo un impacto póstumo en varias disciplinas, incluida la filosofía, la literatura y la ciencia.
Sus obras han influido en personas como Friedrich Nietzsche, Julius Evola, Ananda Coomaraswamy, Ludwig Wittgenstein, Erwin Schrödinger, Albert Einstein, Sigmund Freud, Carl Jung, León Tolstói, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti, Richard Wagner, Franz Kafka, Thomas Mann, Gustav Mahler, Marcel Proust, Arnold Schoenberg, Emil Cioran o Samuel Beckett.
Su madre, Johanna Henriette Trosiener, fue una escritora que alcanzó cierta notoriedad al organizar soirées (veladas) literarias en la ciudad de Weimar.
Ese mismo año murió su padre, presumiblemente por suicidio debido a la obsesión de que pudiera perder su fortuna.
[14] Schopenhauer escribió su obra capital durante los cuatro años que residió en Dresde, concluyendo la redacción del manuscrito en 1818.
A pesar de las grandes expectativas que Schopenhauer había cifrado en su obra, esta resultó un rotundo fracaso.
Dado que la tesis doctoral, considerada por Schopenhauer la «introducción» ideal a su sistema, no se hallaba disponible, emprendió su segunda edición (1847), sometiendo la obra a severos cambios.Más tarde, en 1851, apareció una colección de ensayos y aforismos publicada bajo el nombre de Parerga y paralipómena.
Aunque Schopenhauer consideró la teoría del color como un asunto menor, aceptó la invitación por su admiración por Goethe.
Con la visión, encontrar la causa se simplifica esencialmente debido a que la luz actúa en línea recta.
Kant había argumentado que el mundo empírico es simplemente un complejo de apariencias cuya existencia y conexión ocurren solo en nuestras representaciones.
[39][40] Según Schopenhauer, la voluntad —en su modo de ser objetivado— se manifiesta en todos los estratos del mundo natural, desde la simple piedra hasta el hombre, en quien alcanza su grado máximo al adquirir la forma del deseo consciente —en cuyo único caso pasa a identificarse con la noción corriente de voluntad—.
Esta comprensión le otorga a un padre algo que el optimismo generalmente prohíbe: empatía significativa por otra persona.
El placer debe entenderse como la liberación del dolor, similarmente a la aponía y ataraxia de Epicuro.
[37] Schopenhauer negó que el suicidio fuera inmoral y lo vio como un derecho a quitarse la vida.
[72] Igualmente, la belleza humana es según el filósofo: «una expresión objetiva que designa la más perfecta objetivación de la voluntad en el más alto grado de su cognoscibilidad, la idea del hombre en general, expresada por entero en la forma intuida».
Citando a Goethe expresa Schopenhauer: «Al que ve la belleza humana no le puede dañar ningún mal: se siente en consonancia consigo mismo y con el mundo».
[74] Consideró la música como un lenguaje universal y atemporal comprendido en todas partes, que puede infundir entusiasmo global, si posee una melodía significativa.
Sin embargo, la voluntad, como noúmeno subyacente al mundo fenoménico, es en sí misma infundada: es decir, no está sujeta al tiempo, el espacio y la causalidad (las formas que gobiernan el mundo de los fenómenos).
Del mismo modo, un hombre compasivo no puede lastimar a los animales, aunque parezcan distintos de él.
En comentarios políticos en su Parerga y paralipómena, Schopenhauer se describió a sí mismo como un defensor del gobierno limitado.
Anteriormente, apareció en los escritos de Platón, Aristóteles, Séneca, Hobbes, Pufendorf y Paul Johann Anselm von Feuerbach.
[101] Además, estaba firmemente en contra del trato diferente de las razas, era fervientemente antiesclavista y apoyaba el movimiento abolicionista en los Estados Unidos.
No obstante, cuando el anciano Schopenhauer se sentó para un busto suyo de la escultora prusiana Elisabet Ney en 1859, quedó muy impresionado por el ingenio y la independencia de la joven, así como por su habilidad como artista visual.
[111] Esta visión y su importancia para las especies que elegimos amar se reflejó en sus puntos de vista sobre la eugenesia.
"[112] En la tercera edición ampliada de El mundo como voluntad y representación (1859), Schopenhauer añadió un apéndice a su capítulo sobre la Metafísica del amor sexual.
[126] (ver Dilema del erizo) La originalidad y el carácter anticipativo del pensamiento schopenhaueriano dejó su fuerte e insoslayable impronta en autores de la talla de Søren Kierkegaard,[127][128] Philipp Mainländer, Carlo Michelstaedter, Richard Wagner, León Tolstói, Henri Bergson, Friedrich Nietzsche, Sigmund Freud, Thomas Mann, Hans Vaihinger, Eduard von Hartmann, Carl Gustav Jung, Albert Einstein,[129] Otto Weininger, Otto Rank, Erwin Schrödinger,[130] Ludwig Wittgenstein, Albert Caraco, Marcel Proust, Emile Zola, Jorge Luis Borges, Pío Baroja, August Strindberg, Émile Cioran, Samuel Beckett,[131] Miguel de Unamuno[132] o Juan Carlos Onetti,[133] entre otros.
Schopenhauer fue bien leído entre los físicos, especialmente Albert Einstein, Erwin Schrödinger, Wolfgang Pauli[134] y Ettore Majorana.
[139] Entre los libros en español hallados en su biblioteca personal, se encuentran las siguientes ediciones: Asimismo admiraba la obra en latín del escolástico Francisco Suárez.