Pericles

Pericles tuvo tanta influencia en la sociedad ateniense que Tucídides, un historiador coetáneo, lo denominó como «el primer ciudadano de Atenas».

[1]​ Además, Pericles defendió hasta tal punto la República griega que algunos de sus críticos le consideran populista.

Por ello, dedicó un templo a dicha diosa, además de estar presente en numerosas monedas e, incluso, un frontón.

[4]​ Según Heródoto y Plutarco, Agarista soñó, algunas noches antes del nacimiento de Pericles, que daba a luz un león.

[10]​[12]​ La forma de pensar de Pericles, así como el carisma que tenía en su retórica podrían haber sido en parte una consecuencia del énfasis filosófico en la calma emocional al enfrentarse a los problemas, y del escepticismo sobre el fenómeno divino.

[18]​ Aunque Cimón fue absuelto, esta confrontación demostró que el principal oponente político de Pericles era vulnerable.

[22]​ El historiador Loren J. Samons II argumenta, sin embargo, que Pericles tenía suficientes recursos para poder haber hecho lo mismo si hubiera querido.

[24]​ Incluso después del ostracismo de Cimón, Pericles continuó llevando a cabo y promocionando una política republicana con gran carga social.

[53]​ Pericles quería estabilizar el dominio de Atenas sobre su alianza y con ello reforzar su preeminencia en Grecia.

Sin embargo, esta transformación se aceleró y llegó a su conclusión mediante una serie de medidas puestas en práctica por Pericles.

Sin embargo, su influencia política era tal que le convertía en el gobernante de hecho del Estado.

[74]​[75]​ Estas acusaciones probablemente no fueron más que demandas sin fundamento, pero la experiencia en sí supuso un trago muy amargo para el líder ateniense.

Valerio Máximo cita una curiosa anécdota según la cual un triste y meditabundo Pericles recibió la visita de su sobrino Alcibíades.

Durante ese mismo periodo, Pericles propuso el decreto de Megara, que se parecía en gran medida a un embargo económico moderno.

Esto acabó ocurriendo unos pocos años más tarde,[81]​ pero en este caso los atenienses siguieron sin dudarlo las instrucciones de Pericles.

[84]​ Los términos fueron rechazados por los espartanos y, al no estar ninguna de las dos partes dispuestas a echarse atrás, los dos bandos se prepararon para la guerra.

La armada espartana se encontraba entonces guarnecida en Corinto y, viendo esto como una acción hostil, los atenienses rechazaron admitir a sus emisarios.

Durante el otoño de ese año, Pericles dirigió las fuerzas atenienses que invadieron Megara y, unos meses más tarde (invierno de 431-430 a. C.), pronunció su monumental y emocional Discurso fúnebre, honrando a los atenienses que murieron por su ciudad.

[94]​ En 430 a. C., el ejército de Esparta saqueó Ática por segunda vez, pero Pericles no cedió y rechazó revisar su estrategia inicial.

Con su moral bajo mínimos, rompió a llorar y ni siquiera su compañera, Aspasia, pudo consolarle.

Sin embargo, no permitió que su pesar se transluciera en su semblante, y siguió hablando ante el pueblo con su fogosa elocuencia.

Pericles, siguiendo la costumbre ateniense, se casó en primer lugar con una mujer de entre sus familiares más cercanos, con la que tuvo dos hijos: Jantipo y Paralo.

Se convirtió en la amante de Pericles y comenzaron a vivir juntos igual que si estuviesen casados.

Aunque Tucídides menciona la multa a Pericles, no detalla las acusaciones contra el político, sino que se centra en la integridad del personaje.

Según King, al incrementar el poder del pueblo, los atenienses se encontraron sin un buen líder autoritario.

Demostró ser muy cauteloso, y nunca se enzarzó por iniciativa propia en ninguna batalla incierta o peligrosa ni accedió a los «vanos impulsos de los ciudadanos».

[118]​ Su estrategia se dice que fue «inherentemente impopular», pero Pericles consiguió persuadir al pueblo de seguirla.

[119]​ Por su parte, Ben X. de Wet concluye que su estrategia habría tenido éxito si hubiese vivido más tiempo.

Dado que Pericles nunca escribió ni publicó sus discursos, ningún historiador puede contestar a esta cuestión con seguridad.

Paparrigopoulos escribió que estas obras maestras eran «suficientes para hacer del nombre de Grecia algo inmortal en nuestro mundo».

Fidias mostrando el friso del Partenón a Pericles, Aspasia, Alcibíades y amigos , cuadro de Lawrence Alma-Tadema (1868), Birmingham Museum & Art Gallery.
Aspasia de Mileto (469–406 a. C.), compañera de Pericles.
Anaxágoras y Pericles, por Augustin-Louis Belle (1757 – 1841)
El Partenón , una obra maestra auspiciada por Pericles, vista desde el sur.
Un ostracon con el nombre de Pericles escrito en él.
Pintura de Hector Leroux (1682-1740), que retrata a Pericles y Aspasia admirando la gigantesca estatua de Atenea en el estudio de Fidias.
La mayoría de templos de la Acrópolis de Atenas se construyeron promovidos por Pericles.
Estatua erigida a Pericles en Atenas (Grecia).