Otras disciplinas también se ocupan del conocimiento en general, pero desde otros puntos de vista.
Luego existe un saber cómo entrenar un perro, el cual es un conocimiento práctico o performativo.
Y por último, el conocimiento por familiaridad es aquel que posee quien dice, por ejemplo, «yo conozco a mi perro».
[5] La mayoría del trabajo en gnoseología se centra en el primer tipo de conocimiento, aunque ha habido esfuerzos por cambiar esta tendencia.
Sin embargo, los problemas del conocimiento operacional gozan de una extensa historia en la filosofía occidental.
En la gnoseología contemporánea, sin embargo, la mayoría de los esfuerzos se centran en el conocimiento proposicional (enunciado que afirma o niega algo).
De acuerdo a esta definición, no basta con afirmar algo verdadero para considerar que eso constituye conocimiento; las razones por las cuales se afirma deben ser fundadas y suficientes.
Está claro que no viene de haber preguntado a cada soltero si es casado.
Al parecer, cuando se trata de proposiciones analíticas, nuestra justificación para creer en ellas es a priori.
Los argumentos ontológicos pretenden mostrar, sin recurrir a la experiencia, que Dios existe.
La RAE define «inducir» en su sentido filosófico, como «extraer, a partir de determinadas observaciones o experiencias particulares, el principio general que en ellas está implícito».
Esas «extracciones» son de dos tipos: Dado que ambas son utilizadas, ya sea explícita o implícitamente, en forma generalizada para proponer hipótesis —ya sea formales o no— a partir de observaciones empíricas, su cuestionamiento pone en duda una gran parte, si es que no la totalidad, del conocimiento humano.
[33] Según Haack, tanto la inducción como la deducción se pueden justificar deductivamente o inductivamente.
Un trilema es un problema que admite solo tres soluciones, todas las cuales parecen inaceptables.
Esta simple observación conduce sin escape a una de las siguientes tres alternativas (los tres cuernos del trilema):[36] La investigación sistemática del conocimiento comienza en la Antigua Grecia, especialmente con el diálogo platónico Teeteto, aunque también en la República (VI).
En el período helenístico el pirrónico Sexto Empírico ofrece la expresión más completa y sistemática del escepticismo antiguo.
En el mundo cristiano antiguo y en la Edad Media se elaboraron diversas doctrinas sobre el conocimiento humano.
La tradición empirista encontraría a sus principales defensores en John Locke, David Hume y George Berkeley.
Por otro lado, el francés René Descartes publica en 1637 el Discurso del método y en 1641 las Meditaciones metafísicas, obras en gran parte dedicadas a plantear y resolver los problemas fundamentales de la teoría del conocimiento.
Descartes introduce la duda metódica como método racional para obtener conocimiento seguro, y dio inicio a la tradición racionalista, que será continuada por Spinoza y Leibniz, entre otros.
Ya en el siglo XVIII, en 1781, el alemán Immanuel Kant publica la Crítica de la Razón Pura, una obra muy influyente en la que critica tanto al racionalismo como al empirismo y propone una alternativa superadora: el idealismo trascendental.
Con ello propuso un «giro copernicano» en la filosofía moderna, donde el sujeto ya no es pasivo frente al mundo, sino que pasa a ser un sujeto activo que «construye» el objeto de su conocimiento.
De este modo, Kant propone que el mundo nouménico permanece incognoscible para el sujeto, que solo puede conocer el mundo fenoménico, mediado por las intuiciones puras del espacio y el tiempo, las categorías del intelecto y las ideas regulativas de la razón.
La obra de Kant dio inicio al idealismo alemán, escuela que tuvo a sus mayores exponentes en Johann Gottlieb Fichte, Friedrich Schelling y Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
A principios del siglo XX, Husserl propuso un retorno "a las cosas mismas", expresión con la que quedó fundada la fenomenología, que sería continuada, de distintos modos, por Heidegger, Sartre y Merleau-Ponty, entre otros.
A partir de este análisis estándar han surgido a principios del siglo XXI diversas teorías sobre las atribuciones de conocimiento como el invariantismo, el invariantismo sensible,[37] el contextualismo[38] y el relativismo.