Optimismo

[5]​ El optimismo de una persona también está influido por factores ambientales, incluido el entorno familiar,[4]​ y puede ser aprendible.

Una postura parecida es sostenida con distintos matices por los filósofos William Godwin, Ralph Waldo Emerson y Friedrich Nietzsche.

El término es usado por primera vez en inglés ("optimismo") en 1743 por el británico William Warburton, en una respuesta al examen de Crousaz arriba mencionado.

Por su parte, los primeros en usar el término en alemán ("Optimismus") fueron Gotthold Ephraim Lessing y Moses Mendelssohn, en su escrito Pope: ¡un metafísico!

Según el psiquiatra Luis Rojas Marcos,[8]​ los venenos del optimismo son la indefensión crónica y el pesimismo maligno.

Bertrand Russell, en La conquista de la felicidad (1930), propuso el entusiasmo, el humor, el rechazo del negativismo y la apertura a los demás.

[12]​ El optimismo y el pesimismo disposicionales suelen evaluarse preguntando a las personas si esperan que los resultados futuros sean beneficiosos o negativos (véase más adelante).

Las puntuaciones optimistas en esta escala predicen mejores resultados en las relaciones,[14]​ mayor estatus social,[15]​ y una menor pérdida de bienestar tras la adversidad.

[17]​ Algunos han argumentado que el optimismo es el extremo opuesto de una misma dimensión con el pesimismo,[18]​ con cualquier distinción entre ellos reflejando factores como deseabilidad social.

Al respecto, W. H. Auden escribió que la vida es resiliente y se impone siempre a cualquier intento de desesperación o, como reza el adagio clásico, primum vivere, deinde philosophari:

«¿Está medio vacío o medio lleno?» es una pregunta que suele hacerse para determinar si una persona posee actitud pesimista u optimista.
Un optimista y un pesimista , cuadro del pintor Vladimir Makovsky (1893).
El smiley o carita risueña es uno de los más conocidos símbolos de actitud positiva.
Un optimista y un pesimista , Vladimir Makovsky , 1893