La armonía preestablecida es una teoría, en la filosofía de Gottfried Leibniz, para explicar las interacciones entre las sustancias.
El término que emplea Leibniz para estas sustancias es «mónadas» que él describe, en su obra Monadología, como «sin ventanas», puesto no existe interacción directa entre ellas.
[4] La hipótesis de Leibniz, surgida en el debate sobre el dualismo cartesiano entre pensamiento y materia, o entre res cogitans y res extensa, pretendía superar esa dicotomía a través de una visión armónica que excluía cualquier relación causal de tipo mecánico entre las dos sustancias, o entre representación espiritual y acción corporal: las colocó en planos paralelos pero sincronizados, comparándolas con relojes sincronizados por Dios, "Mónada de mónadas" que las resume en su propia apercepción suprema.
[5][6][7] Para Leibniz, todo funciona en vista de un fin: incluso la materia aparentemente inanimada no actúa mecánica y pasivamente como afirmaban Descartes y Locke desde puntos de vista opuestos.
En efecto, en ella vive una entelequia, o centro de fuerza, que tiende a evolucionar según sus propias leyes.