(Una teoría relacionada, que ha sido llamada "causalidad ocasional", también niega un vínculo de causalidad eficiente entre eventos mundanos, pero puede diferir en cuanto a la identidad de la verdadera causa que los reemplaza.
El teólogo del siglo IX Abu al-Hasan al-Ash'ari argumentó que no hay Causación Secundaria en el orden creado.
El mundo se sostiene y gobierna mediante la intervención directa de una causalidad primaria divina.
En respuesta a la afirmación de los filósofos de que el orden creado está gobernado por causas eficientes secundarias (Dios es, por así decirlo, la Causa Primaria y Final en un sentido ontológico y lógico), Algazel sostiene que lo que observamos como regularidad en la naturaleza, presumiblemente basada en alguna ley natural, es en realidad una especie de regularidad constante y continua.
En su famoso ejemplo, cuando el fuego y el algodón se ponen en contacto, el algodón se quema no por el calor del fuego, sino por la intervención directa de Dios, una afirmación que defendió usando la lógica.
Debido a que generalmente se ve a Dios como racional, en lugar de arbitrario, su comportamiento al causar normalmente eventos en la misma secuencia (es decir, lo que a nuestros ojos parece ser una causalidad eficiente) puede entenderse como una consecuencia natural de ese principio de la razón, que luego describimos como leyes naturales.
Sin embargo, propiamente hablando, estas no son leyes de la naturaleza, sino leyes por las cuales Dios elige gobernar su propio comportamiento ("su autonomía", en sentido estricto) - en otras palabras, su voluntad racional.
Dada su libertad trascendente, ni siquiera está atado por su propia naturaleza.
[4] y arguye que Algazel no negó la existencia de una causalidad "mundana" observada.
El mundo inteligible o ideal (de las ideas) refiriéndose a aquel que se encuentra en las formas abstractas e intangibles como el auténtico ser, y, el mundo sensible o material refiriéndose a todo aquello que vemos a nuestro alrededor por medio de la percepción como formas cambiantes y réplicas imperfectas de las formas inteligibles o ideas que conforman el otro mundo.
Sin embargo, la doctrina se asocia más a menudo con ciertos filósofos de la escuela cartesiana del siglo XVII.
Por el contrario, toda sustancia simple tiene el poder de producir cambios en sí misma.
1.Entender que debe haber, al mismo tiempo, una sustancia pensante y extensa.
Esta concepción fue, justamente, la sostenida por el mismo Descartes, mediante la tesis singular de que el alma tiene su sede en la llamada glándula pineal.
Esto sostiene la implicación de que toda causa está circunscrita a una situación, ocasional.