Desde su propuesta, pocas ideas filosóficas han generado tanto interés y discusión como el argumento ontológico.
Según el punto de vista kantiano, los argumentos ontológicos son aquellos basados en un razonamiento a priori.
Al saber su existencia, la infinitud es el atributo esencial de la divinidad, pues Dios no es sino la expresión del ser infinitamente perfecto.
El texto habitualmente se considera una formulación del argumento ontológico; sin embargo, dado su carácter sintético, podría ser interpretado ya como modal.
Johann Gottlieb Fichte, Friedrich Schelling y Georg Wilhelm Hegel fueron los filósofos más importantes de este pensamiento.
[2] Sin embargo, los meinongianos más sofisticados insistirán en que debe haber alguna restricción en las instancias de sustitución de B, para permitir a uno extraer la obvia e importante distinción ontológica entre los dos grupos siguientes: {el Sol, la Torre Eiffel, etc} y {Santa Claus, Mickey Mouse, el cuadrado redondo, etc}.
[1] La elección del vocabulario aquí es controvertido: se supones que las cosas anteriores existen y las últimas no.
[1] Se debe tener en cuenta que ni Meinong, ni ninguno de sus partidarios modernos bien conocidos como Terence Parsons o Richard Sylvan respaldan el argumento ontológico meinongiano, y también deben señalarse que la mayoría motiva la distinción entre propiedades nucleares y no nucleares en parte por la necesidad de evitar argumentos ontológicos meinongianos.
Paul Oppenheimer y Edward N. Zalta señalan que "muchos autores recientes han interpretado este argumento como modal".
Sin embargo, los autores escriben que "la lógica del argumento ontológico en sí no incluye inferencias basadas en esta modalidad".
Gödel propuso que se entienda en un sentido estético y moral, o alternativamente como lo opuesto a la privación (la ausencia de cualidades necesarias en el universo).
Advirtió contra la interpretación de «positivo» como moral o estéticamente «bueno» (la más grande ventaja y la menor desventaja), ya que esto incluye características negativas.
En su lugar, sugirió que el «positivo» debe interpretarse como perfecto, o «puramente bueno», sin características negativas.
[33][68] Charles Hartshorne y Norman Malcolm son los principales responsables de introducir versiones modales del argumento en el debate contemporáneo.
[77] En The Nature of Necessity defendió el esencialismo, donde da un estudio completo al concepto de necesidad.
Para ello, Plantinga usó la noción de "mundos posibles", realidades abstractas conceptuales inmensamente complejas que definen "cómo podrían haber sido las cosas".
[84] Otra defensa es demostrar que Dios es un ser necesario comparándolo con objetos abstractos como números, figuras geométricas o proposiciones.
Sin embargo, descubrió un argumento válido más simple para la existencia de Dios desde una única premisa no lógica.
[23][99] Este argumento se engloba en las llamadas objeciones por saturación: no pretenden mostrar dónde o cómo falla el argumento, sino que simplemente razonan que si se acepta como válida la forma de razonar del argumento ontológico, entonces se habrán de aceptar las conclusiones de todos aquellos razonamientos corolarios que siendo formalmente análogos a aquel llevan a conclusiones absurdas e incluso contrarias a la más directa experiencia; tales argumentos, en efecto, saturarían al universo con un número indefinidamente grande de islas perfectas necesariamente existentes, lagartijas perfectas, lapiceros perfectos, etcétera.
[117] En Investigación sobre el entendimiento humano escribió: Hume resume su crítica todo argumento apriorístico en Dialogues concerning Natural Religion (Diálogos sobre la religión natural) con la siguiente cita: Este razonamiento podría resumirse en:[120] La afirmación de Hume de que todas las proposiciones existenciales son contingentes, señala Hartshorne, no es una universalmente aceptada.
[126] Para Schopenhauer, la respuesta más simple a tal demostración ontológica (de que un objeto correspondiente al concepto debe existir en la realidad, independiente del concepto mismo) es la siguiente: Schopenhauer cita a Aristóteles en el capítulo 7 del libro II de Analytica Posteriora.
El filósofo y sacerdote Franz Brentano en su obra Sobre la existencia de Dios objeta que los partidarios del argumento ontologico comenten equivocos al tomar "por afirmativa una expresión negativa".
Para ilustrar esto, Rowe diseña el concepto de un "unicornex", definido como un "unicornio que realmente existe".
Por lo tanto, para Rowe, no hay forma de saber la existencia del mayor ser concebible sin saber ya que existe; la definición simplemente es circular.
Por lo tanto, Dios, quien por definición es "aquello de lo que nada más grande puede ser concebido", no debe existir.
[146] La parodia clásica de la Gran Isla se podría objetar apelando que las cosas materiales no pueden ser "necesarias".
[157] Kenneth Einar Himma afirmó que la omnisciencia y la omnipotencia son incompatibles con el concepto del libre albedrío.
Michael Martin señaló la ausencia de consenso sobre algunos atributos divinos: J. N. Findlay publicó en la revista Mind un artículo llamado Can God´s existence be disproved?
[10][160][161] El filósofo cristiano Richard Swinburne sostiene que los argumentos ontológicos no dan ninguna razón para creer en Dios porque los argumentos deductivos, si bien sus premisas pueden ser verdaderas, no se saben si son ciertas para quienes las cuestionan y, por consiguiente, son rechazadas.
En cambio, trata de revelar el "defecto fatal" del argumento al considerar sus "detalles lógicos poco profundos".