Erinaceinae

Los erizos no han cambiado mucho durante los últimos quince millones de años.

Como muchos de los primeros mamíferos, han adoptado una vida principalmente nocturna y una alimentación insectívora.

Suelen llevar a cabo un comportamiento llamado "ungimiento" que consiste en llenar objetos de saliva para marcarlos.

Físicamente se caracterizan por sus púas, que son pelos huecos rellenos de queratina para darles rigidez.

[1]​ Sin embargo, durante el primer año de vida, los jóvenes sueltan sus espinas para reemplazarlas por las que tendrán siendo adultos.

Los erizos emiten una amplia gama de sonidos con los que comunicarse, desde gruñidos hasta fuertes chillidos.

[4]​ Al percibir un olor nuevo el erizo correrá a su fuente, la olerá y la morderá.

En los mamíferos, la parte olfativa del cerebro está cubierta por neopalio, lo que dificulta su exposición.

Esta dificultad no es insalvable, ya que varía de una especie a otra.

[7]​ Aunque tradicionalmente clasificados en el ahora abandonado orden Insectívora, los erizos son omnívoros.

[video:1] Durante la hibernación, la temperatura corporal de un erízo puede descender hasta unos 2 grados Celsius (35,6 °F).

La falta de depredadores y una dieta controlada contribuyen a alargar su vida en cautividad (8-10 años dependiendo del tamaño).

Se han encontrado huesos de erizo en las egagrópilas del búho real europeo.

Se considera que pueden llegar a vivir hasta ocho años, pero en España en la práctica son muy pocos los casos de erizos tan longevos, que suelen morir en realidad a los cuatro o cinco años.

Como mascota también encontramos el erizo egipcio u orejudo (Hemiechinus auritus), que poco a poco va siendo más común y es posible que pronto esté tan extendido como el africano.

Su alimentación debe basarse en pellets especializados para insectívoros,[15]​ complementado con insectos,[16]​ frutas y verduras.

[17]​ Se le debe controlar el alimento ya que pueden engordar y empeorar su calidad de vida.

Erizo pigmeo africano doméstico