Cada pata tiene cinco dedos con garras, de los cuales el primero y el quinto son más pequeños que el resto.
En la cara, en el vientre y en las extremidades, el erizo común presenta pelo de color marrón.
Cada púa contiene espacios llenos de aire, separados entre sí por discos horizontales, que mantienen su estructura.
Al igual que los pelos, cada púa presenta un músculo estriado cuyas funciones son erguirlas y relajarlas.
La vista se considera un sentido menos importante en la busca de alimento en el caso del erizo.
Son muy escasos, excepto en Alderney, una de las Islas del Canal, donde constituyen una variedad local.
[6] Como ocurre entre otros animales, hay ejemplares albinos, con la piel de color rosado y los ojos rojos.
[5] Algunos autores han considerado estas subespecies: Las huellas del erizo común muestran más a menudo cuatro dedos, con sus uñas, que cinco, pues el pulgar no suele marcarse.
El erizo común tiende a vivir en espacios abiertos cubiertos por matorrales, en terrenos cultivados, en dunas de arena, y hasta en pedregales, pero que en general no sean sitios demasiado húmedos ni demasiado fríos.
Es frecuente en las inmediaciones de las poblaciones rurales, y en invierno puede acercarse a las construcciones humanas.
En las Hébridas Exteriores, donde también ha sido introducido, es considerado una plaga, ya que devora los huevos de estas aves: Algo similar ocurre en Nueva Zelanda, donde fue introducido accidentalmente en el siglo XIX, hibernante en balas de heno: allí es depredador de varios invertebrados endémicos, como los caracoles gigantes del género Powelliphanta y los ortópteros llamados weta.
[cita requerida] Este animal presenta comportamientos de acicalado: se arregla con las patas las púas; y con la lengua, el vientre.
[5] En su dieta pueden entrar igualmente las serpientes venenosas, a las que llegará a vencer mediante hábiles ataques, aunque no está inmunizado, como se creía en otros tiempos, contra el veneno.
Las hembras pueden tener varias camadas en ese tiempo, pues generalmente hay dos períodos de celo.
La mayor cantidad de nacimientos se produce en agosto: en Europa Central, en torno al 61 %.
La hembra que no está receptiva mantendrá erizadas las púas e incluso atacará al macho si se acerca demasiado.
El pene es de tamaño reducido y, salvo en el período del acoplamiento, está pegado al vientre.
Ella, cuando esté lista, agachará el lomo y relajará las púas para que no supongan un impedimento.
Si la camada nace temprano, es posible que la hembra pueda volver a quedar preñada ese mismo año.
Un mes después de la separación, la madre ya no los tratará como hijos si se los encuentra.
Vive de cinco a siete años en estado salvaje, y hasta diez en cautividad.
El zorro orina encima del erizo y lo obliga a salir de su armadura; después, le muerde en el hocico.
[cita requerida] Es fácil de tener en cautividad, y no es difícil conseguir que se reproduzca.
Por gustarle también los huevos y los polluelos, el erizo común no está bien visto por los dueños de los gallineros.
Sin embargo, en líneas generales, se considera útil, pues destruye gran número de insectos perjudiciales.
Como retribución de sus servicios y para atraerlo, muchas veces se le pone un cuenco con pan y leche, pero no debe hacerse: el erizo no digiere el pan, que puede causarle oclusión intestinal; y, como les ocurre a muchos otros mamíferos, el erizo adulto no suele producir suficiente lactasa como para ser capaz de digerir la leche, al menos la de vaca, incluso aunque se trate de un erizo joven, por lo que es desaconsejable emplearla para la alimentación de los ejemplares que visiten el jardín o el huerto, ya que es muy fácil que les resulte letal, siendo además, como son, golosos.
En el Reino Unido, se cuentan los hallados muertos en la carretera para llevar a cabo el censo.
En Europa, donde está protegido por el Anexo III del Convenio de Berna, es ilegal mantener a un erizo común como mascota.
No obstante, debido a su alta eficacia como controlador de plagas, mucha gente trata de atraerlo con comida a sus jardines para que controle la población de insectos, costumbre que se fomenta en Dinamarca, donde además se permite recoger y dar abrigo en invierno a los ejemplares que no hayan acumulado suficiente grasa para la hibernación en el ámbito silvestre.
Se aconseja devolverlos a la naturaleza justo después del letargo, igual que en el caso de los criados en casa, ya que resultará menos difícil su integración en el medio al haber perdido durante el letargo los hábitos adquiridos en contacto con el hombre.