Las egagrópilas (conocidas en cetrería también como plumadas o pelotas) son bolas formadas por restos de alimentos no digeridos que regurgitan algunas aves carnívoras.
El nombre proviene del latín científico aegagropila, acuñado a partir del griego antiguo αἴγαγρος (aígagros), "cabra silvestre" (dicha también "montés"), y pila, "pelota", término este quizás vinculado al latín pilus —"pelo"— por la referencia a una regurgitación superficialmente similar que ocurre en el ganado.
La formación y regurgitación de las egagrópilas permite al pájaro remover material indigerible que en caso contrario obliteraría (taparía) su estómago glandular o proventrículo.
Muchas otras especies producen egagrópilas, incluyendo entre ellas a los somormujos, garzas, cormoranes, gaviotas, gaviotines, martines pescadores, cuervos, cascanueces, cinclos, alcaudones, golondrinas, y la mayor parte de las aves limícolas.
Los ornitólogos colectan las egagrópilas de las especies a lo largo del tiempo, para analizar la variación estacional o eventual en sus ingestas.
[4] Los ornitólogos, al examinar las egagrópilas, han hallado dentro de ellas componentes bastante imprevisibles, incluso los tubos anulares que se les coloca en una pata a aves tales como las palomas mensajeras y habían sido colocados, indicando lugar y fecha, tiempo antes a pájaros luego consumidos por un ave de presa.
Los restos de micromamíferos pueden extraerse para su determinación: Se suelen utilizar especialmente para determinar con mayor certeza a qué especie corresponden los huesos o fragmentos óseos incluidos en la plumada, las mandíbulas inferiores y también los cráneos o fragmentos de estos.
Aunque ello no permitiría realizar análisis orgánicos, es especialmente importante para el uso pedagógico en escuelas secundarias y universidades.
[6] Los mismos roedores, aun los omnívoros, tienden a evitar alimentarse con las egagrópilas de búhos y lechuzas, tal vez como una adaptación originada en su potencial infeccioso.
[7] En España las egagrópilas son frecuentes en los olivares, y bosques templados, que suelen dar cobijo a numerosas especies de rapaces nocturnas.