[3] Puede ser defendido a título individual, por asociaciones, o por gobiernos y organismos internacionales que desarrollen políticas de población antinatalistas para alcanzar objetivos socioeconómicos y estratégicos que requieren un óptimo de población.
No era correcto crear nuevas personas, pues equivalía a aprisionar el alma (un elemento divino) en la materia, condenándola al sufrimiento y la muerte.
[25] Su filosofía culmina con el ideal budista del nirvana, serenidad absoluta, que aniquilaría esa «voluntad».
El filósofo pesimista[26] noruego Peter Wessel Zapffe (1899-1990) veía a los humanos como una «paradoja biológica».
Queremos vivir, pero, por como evolucionamos, somos la única especie cuyos miembros son conscientes de estar destinados a morir.
Para escapar del miedo a la muerte, levantamos defensas a nuestro alrededor para garantizar nuestra inmortalidad simbólica o literal, sentirnos miembros valiosos de un universo significativo, y enfocarnos en protegernos de amenazas externas inmediatas.
[32] Filósofos como Julio Cabrera, Seana Shiffrin, Gerald Harrison, Juilia Tanner y Asheel Singh argumentan que la procreación es moralmente problemática a causa de la imposibilidad de obtener consentimiento del humano que será creado.
[33] Seana Shiffrin da cuatro razones por las cuales, en su opinión, el hipotético consentimiento de la procreación es un problema: Gerald Harrison y Julia Tanner argumentan que cuando vamos a afectar significativamente a alguien con nuestra acción y no es posible obtener su consentimiento, entonces la posición por defecto debería ser no tomar tal acción.
Bastaría pensar que no hay derecho moral de infligir daños serios y evitables a otros sin su consentimiento.
Sólo la sensibilidad tiene importancia por sí misma, mientras lo que juzgamos es bueno o malo en función de cómo nos afecta.
Para conocer la maldad intrínseca del dolor basta con meter un dedo en una llama; no requiere juicio ulterior.
[47]No hay ninguna necesidad de llegar al mundo para poder ser feliz, pero sí es necesario evitar el sufrimiento físico o psíquico (dolor, hambre, depresión, carencias...).
Si uno no desiste de tener hijos, difícilmente puede esperar que sus descendientes lo hagan.
Según Cabrera, la manipulación en la procreación se manifiesta principalmente en el carácter unilateral y no consensuado del acto, lo que hace que la procreación per se sea inevitablemente asimétrica; ya sea producto de la previsión, o producto de negligencia: siempre está conectada con el interés (o desinterés) de otros humanos, y no del humano que se va a crear.
Además, Cabrera señala que, a su juicio, la manipulación de la procreación no se limita al acto mismo de la creación, sino que continúa en el proceso de crianza del hijo, durante el cual los padres adquieren un gran poder sobre la vida del niño, que se forma según sus preferencias y para su satisfacción.
Parece más razonable, según Cabrera, simplemente no ponerlos en esa situación, ya que los resultados de su lucha serán siempre inciertos.
Nos vemos acorralados por diversos tipos de dolor, el espacio para actuar es limitado y los diferentes intereses a menudo entran en conflicto entre sí.
De acuerdo con David Benatar, una persona comienza a existir (no como un organismo en el sentido biológico, sino como un ser en sentido ético, una entidad con intereses morales relevantes) cuando surge la conciencia, cuando un feto es sintiente.
Aun así, Cabrera cree que en determinadas circunstancias es legítimo y comprensible cometer actos no éticos, por ejemplo, el aborto es legítimo y comprensible cuando corre riesgo la vida de la madre o cuando el embarazo es producto de una violación.
[76]Algunos antinatalistas también consideran la procreación de animales sintientes no humanos como moralmente problemática, y plantean que podría ser ético esterilizarlos.
[79] El escritor Magnus Vinding argumenta que la vida de los animales salvajes en su ambiente natural es habitualmente muy mala.
Mueren frecuentemente antes de llegar a la edad adulta, sufren hambre, enfermedades, parasitismo, infanticidio, depredación y son devorados vivos.
Considera que incluso si uno no está de acuerdo con que la procreación sea siempre moralmente mala, debería reconocer la procreación en la vida silvestre como moralmente problemática y algo a evitar (al menos en teoría, no necesariamente en la práctica).
También se han llevado a cabo políticas de planificación familiar (educación sexual, métodos anticonceptivos) en numerosos países, entre ellos la India.
Los autores proponían como posible solución a este colapso el «crecimiento cero» o «estado estacionario», deteniendo el crecimiento exponencial de economía y población, de modo que los recursos naturales no se agotasen.
[86] Los grupos Sin hijos por elección (Childfree) defienden el derecho a la no procreación de quienes así lo decidan, por motivos diversos.
Han mantenido posiciones antinatalistas figuras como el poeta Al Ma'arri, Arthur Schopenhauer, Emil Cioran,[87] Brother Theodore, Peter Wessel Zapffe, Philipp Mainländer, Albert Caraco, Gustave Flaubert, Doug Stanhope, Guido Ceronetti,[88][89] Philip Larkin,[90] Chris Korda, Les U. Knight y Paul R. Ehrlich[91] (de Optimum Population Trust), David Benatar,[92] Matti Häyry,[93][94][95] Thomas Ligotti,[96] Nina Paley,[97][98] Richard Stallman[99][100] Serge Latouche,[101] Corinne Maier, Miguel Steiner y Fernando Vallejo, entre otros.
[102] Las religiones monoteístas se oponen al antinatalismo, ya que ven la existencia como inherentemente buena.
Su foco está, precisamente, en el respeto de la libertad individual del no nacido.
Pero eso renuncia a toda la premisa sobre la que se construye el antinatalismo".