Filosofía del suicidio

[1]​ Teniendo en cuenta que el ser humano se puede plantear el dilema del suicidio incluso en las mejores condiciones que la vida le pueda brindar, surge la pregunta de si el suicidio es una solución al problema de la vida misma, y no solo una respuesta perversa a una vida que ha salido mal.Defiende que el suicidio es reprobable ya que el alma humana pertenece a los dioses, y querer huir de esta dependencia no es propio de una persona sabia y cuerda.Sin embargo reconoce cuatro excepciones a este principio: Aristóteles considera que el suicidio es un acto que va en contra de la recta razón, y por tanto no los considera un acto de libre elección.Por otro lado considera que el suicidio que se realiza para evitar un mal (como la pobreza, el desamor o algo doloroso) es un acto de cobardía, y no es una muerte noble (Ética a Nicómaco, Libro III, IIIX, 1116a).[17]​ Es de necios decir el antiguo dicho "bueno es no haber nacido, o, habiendo nacido, franquear cuanto antes las puertas del Hades" porque si fuera así, se pregunta Epicuro: «Pues si está convencido de lo que dice, ¿cómo es que no abandona la vida?».A su vez, los dolores provenientes de deseos naturales (como comer, beber y dormir) se mitigan fácilmente, proporcionado así un estado de paz mental que Epicuro llama ataraxia.[20]​ Aunque en la filosofía moderna la postura frente al suicidio no sea unívoca, podemos encontrar cada vez más autores que defendieron la legitimidad del suicidio, aunque habitualmente solo en determinadas circunstancias.El suicidio teatral convierte al ejecutor en un agente activo, disipando el miedo a la muerte, y por otro lado se independiza de la sociedad convirtiéndose en un héroe, un adalid del individualismo romántico.[21]​ En El contrato social, de Jean-Jacques Rousseau, es tal que todo hombre tiene "derecho a arriesgar su propia vida para preservarla".[24]​ Thomas Hobbes y John Locke rechazan el derecho de los individuos a quitarse la vida.[29]​ Además defendió que solo uno mismo puede juzgar libremente si su vida merece ser vivida, e incluso consideraba el suicidio como un ejemplo de coherencia interna.Según su punto de vista rechaza el suicidio, así como cualquier acto autodestructivo, por dos razones.El deber del ser humano es preservarse a sí mismo para poder autoperfeccionarse a nivel moral para vivir dignamente, y al suicidarse el individuo se estaría tratando a sí mismo como un medio para su propia autodestrucción, se estaría cosificando, y esto atentaría contra el principio de la dignidad de la persona.El suicida se estaría usándose como un medio para conseguir mi propio fin, acabar con su sufrimiento.[34]​ Por ejemplo, en el caso del suicidio de Lucrecia para salvar honor tras ser violada, Kant sostuvo que:Sin embargo, el filósofo analítico Bertrand Russell afirmó que el suicidio para Kant no puede demostrase como ilícito según sus principios, porque "sería totalmente posible que un melancólico deseara que todo el mundo se suicidara", luego su máxima parece ser un criterio necesario pero no suficiente de virtud moral porque si no fuese así entonces "tendríamos que abandonar el punto de vista puramente formal de Kant y tener en cuenta los efectos de las acciones", cosa que la deontología ética kantiana enfáticamente rechaza.Así, la voluntad que manifiestan los seres vivos son los últimos fragmentos de un dios exhausto, agonizante.Para Mainländer, el mundo funciona con una única causa final que tiende a través del deseo a este super-ser originario neguentrópico, considerando el suicidio como una forma de redención siguiendo lo que Mainländer denomina “teleología del exterminio”.[47]​ Jean Améry, en su libro Sobre el suicidio: un discurso sobre la muerte voluntaria (publicado originalmente en alemán en 1976) proporciona una visión conmovedora de la mente suicida.Pese a que en la corriente antinatalista el suicidio no se suele contemplar como una solución al problema del sufrimiento de la existencia humana ya que los vivos tienen justificaciones para seguir viviendo, y suicidarse es a menudo una opción física, emocional o moralmente insoportable;[48]​[49]​ algunas corrientes de la filosofía antinatalista tienden a la justificación moral del suicidio, pues los seres humanos no tienen la obligación de existir ni de seguir existiendo.[61]​ El suicidio desde este punto de vista se considera un acto fruto de una persona que no está en sus plenas facultades mentales, un acto impuesto por factores conductuales incontrolables como la depresión, lo cual la convierten en una persona que no actúa con libertad y por tanto tiene que ser curada; o incluso protegida de sí misma.Según el análisis de Durkheim en las sociedades donde los límites sociales y naturales son más flexibles, suceden en mayor medida este tipo de suicidios, aunque estos cambios sean positivos para la sociedad.Tomás de Aquino, teólogo medieval, basó su ética en la filosofía agustiniana y aristotélica, entre otras.Expuso en su tratado Suma teológica los tres motivos principales por lo que para él no es lícito suicidarse.Primero porque todo ser se ama a sí mismo de forma natural y darse muerte a sí mismo iría contra la inclinación natural, por lo que sería pecado mortal.Este argumento ha sido usado tradicionalmente por la Iglesia católica para defender la legitimidad de la pena capital.Según este código el guerrero, entre otras cosas, debía estar preparado para suicidarse ya que ser tomado como prisionero por los enemigos era considerado una deshonra.[90]​ Otro caso moderno de muerte por harakiri es el del escritor japonés Yukio Mishima.No sólo los militares llegaron a cometer el suicidio frente a la perspectiva de una derrota deshonrosa, sino también la población civil, en lo que se ha denominado como los suicidios colectivos de 1945.[91]​ El suicidio bajo la ideología nazi, o "muerte activa", llegó a ser considerado una forma de victoria a través de la inmortalidad, un medio para proteger y preservar intacta la ideología nazi.
La muerte de Sócrates de Jacques-Louis David , 1787. Sócrates condenado a muerte por envenenamiento de cicuta . Según relata Platón en la Apología , este pudo haber eludido la condena, pero prefirió acatarla y morir.
Albert Camus declaró en El mito de Sísifo que: "No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio y es el suicidio".