Sísifo, dentro de la mitología griega, como Prometeo, hizo enfadar a los dioses por su extraordinaria astucia.
También es aquel que, incapaz de entender el mundo, se confronta en todo momento a esta incomprensión.
El hombre rebelde será, por lo tanto, aquel que se encuentre en todo momento frente al mundo: “El rebelde no niega la historia que le rodea y trata de afirmarse en ella.
Pero se encuentra ante ella como el artista ante lo real, la rechaza sin eludirla.
Comienza con la descripción del absurdo: gran parte de nuestra vida está fundamentada en la esperanza en el mañana, a pesar de que el mañana nos acerca más a la muerte.
Para Camus, que se propone tomar el absurdo seriamente y llevarlo hasta sus últimas consecuencias, estos “saltos” no son convincentes.
Claramente, no aplican las reglas éticas, ya que todas están basadas en la existencia de un poder divino.
Comienza con Don Juan, el seductor que vive al máximo una vida apasionada.
Él prefiere la acción a la contemplación, consciente del hecho que nada puede durar y ninguna victoria es final.
Ya que la explicación es imposible, el arte absurdo está restringido a la descripción de las diversas experiencias del mundo.
“El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo.
Con un guiño al héroe griego condenado de forma similar, Prometeo, Camus concluye que “todo está bien”, continuándolo con "uno debe imaginar a Sísifo feliz."