Bajo esta concepción, el mundo era vuelto a su origen por medio de una conflagración donde todo ardía en fuego.
Para la filosofía oriental, la existencia sigue siendo un hecho cíclico, en donde cada acto, cada instante y acontecimiento se repetirán eternamente.
En el "eterno retorno" como en una visión circular del tiempo, los acontecimientos siguen reglas de causalidad.
En Así habló Zaratustra, el protagonista descubre esta visión del tiempo y queda desmayado por la impresión.
Una vez cumplido un ciclo de hechos, estos vuelven a ocurrir con otras circunstancias, pero siendo, básicamente, semejantes.
El concepto de eterno retorno ocupa un lugar central en ciertas obras del autor alemán Friedrich Nietzsche.
[3] La idea del eterno retorno aparece explícitamente mencionada en La Gaya Ciencia (1882) y en Así Habló Zaratustra (1885).
En Ecce Homo (1888), escribió que el pensamiento del eterno retorno era la «concepción fundamental» de Así habló Zaratustra.
[4] Como señala Heidegger en sus conferencias sobre Nietzsche es que este concepto es una cuestión hipotética en lugar de un hecho.
Según Heidegger, es la carga impuesta por la cuestión de la recurrencia eterna —si tal cosa podría ser cierta o no— lo que es muy significativo en el pensamiento moderno.
Si fuese posible, nuestra opinión sobre las maneras correctas de vivir la vida podría cambiar radicalmente.