En efecto, el principio antrópico en su forma más básica se puede considerar casi un lugar común, ya que indica que cualquier teoría sobre la naturaleza del universo debe permitir nuestra existencia como seres humanos y entes biológicos basados en el carbono en este momento y lugar concretos del universo.
El primer uso del término «principio antrópico» se atribuye al físico teórico australiano Brandon Carter (n. 1942).
Así, en su charla sobre «Las innumerables coincidencias y el principio antrópico en la cosmología», Carter declara que: «Aunque nuestra posición no es necesariamente central, es inevitablemente privilegiada en cierto sentido».
[1] Propuso dos versiones del principio antrópico:[2] Debemos estar preparados para tener en cuenta el hecho de que nuestra ubicación en el universo es necesariamente privilegiada en la medida de ser compatible con nuestra existencia como observadores.
No obstante, como se ha mencionado, la idea básica del principio ya había sido utilizada antes de aquel año en varias ocasiones.
A modo de ejemplo, se puede citar que si no existieran estrellas ligeras como el Sol y, por ejemplo, todas las estrellas fueran tres veces más pesadas, solo vivirían unos quinientos millones de años y la vida pluricelular no habría tenido tiempo para desarrollarse.
Si la velocidad de expansión del universo un segundo después del Big Bang hubiera sido solo una cienmilbillonésima parte más pequeña, el universo habría vuelto a colapsarse en un Big Crunch, si hubieran sido más rápidos los electrones y los protones no habrían llegado a formar átomos.
Otros, sin embargo,[4] entienden que el principio antrópico como se enuncia normalmente en la realidad mina los argumentos de la conjetura del diseño inteligente.
Todo lo que existe, desde las constantes energéticas concretas del electrón hasta el preciso nivel de la fuerza nuclear fuerte parece haber sido precisamente ajustado para nuestra existencia y la existencia de otros seres vivos.
La existencia de la vida basada en el carbono en este universo es compatible con diversas variables independientes; y si alguna de estas variables independientes tuviera un valor ligeramente diferente, la vida basada en el carbono no podría existir.
Aunque Brandon Carter presentó sus ideas en 1974 en una publicación de la Unión Astronómica Internacional, en 1983 declaró que, en su forma original, el principio solo pretendía poner sobre aviso a los astrofísicos y los cosmólogos sobre los posibles errores que se derivarían de la interpretación de los datos astronómicos y cosmológicos a menos que las restricciones biológicas del observador se tomasen en cuenta.
A finales de los años 90 hubo un interés renovado en los científicos motivados por la cosmología experimental y los trabajos teóricos sobre la gravedad cuántica.
En particular, se cree que la metodología actual no permite derivar ninguna consecuencia observacional de las teorías cosmológicas contemporáneas, a pesar del hecho de que estas teorías puedan ser y estén siendo ampliamente probadas experimentalmente por los astrónomos.