En economía, la hiperinflación es una inflación muy elevada, fuera de control,[1] en la que los precios aumentan rápidamente al mismo tiempo que la moneda pierde su valor real y la población tiene una evidente reducción en su patrimonio monetario.
La definición usada por la mayoría de los economistas es «un ciclo inflacionario sin tendencia al equilibrio».
Casi todas las hiperinflaciones han sido causadas por déficits presupuestarios del gobierno financiados por la creación de moneda.
[cita requerida] En él, definió la hiperinflación como una inflación mensual de al menos 50 % (8650 % interanual).
Con frecuencia la entidad responsable de imprimir moneda no puede físicamente imprimir papel moneda más rápido que la velocidad a la que se está devaluando, así neutralizando sus intentos de estimular la economía.
Algunas economías en el pasado revertían a moneda dura y al trueque cuando el medio en circulación se devaluaba en exceso, generalmente después de una retirada precipitada del depósito del valor.
Por ejemplo, un vendedor de autos ecuatoriano cotiza en dólares estadounidenses, aunque le paguen con sucres, ya que se atenderá al tipo de cambio vigente y así evita estar negociando nuevos precios, a este método se le llama indexación, debido a que las monedas extranjeras también se ajustan a la inflación local.
A menudo esto implica hacer que el banco central sea muy agresivo en mantener la estabilidad de precios como es el caso del Bundesbank alemán, o moverse hacia alguna base monetaria dura tal como un consejo monetario.
En los dos modelos, el segundo efecto se deriva del primero: poca confianza que fuerza un aumento en el suministro de dinero, o demasiado dinero que destruye la confianza.
Cuando los vendedores perciben que la entidad emisora se ha comprometido a una política de rápida expansión monetaria, suben los precios para cubrir la caída esperada del valor del dinero.
[8] Pero también se da en otros países como Sudán del Sur: Según el economista Steve Hanke,[9] Latinoamérica ha estado históricamente afectada por niveles altos de inflación, pero muy pocos incidentes de hiperinflación.
[10] puesto nuevamente al frente del Banco Central en marzo de 1990.
En su segunda gestión se opuso a la convertibilidad e impulsó el tipo de cambio libre y flotante.
Meses después el economista Jorge Born lo sindicó como responsable de la segunda hiperinflación argentina.
No obstante, el Plan Bresser fracasó y la inflación continuó subiendo.
[14] A principios de los años 90, los problemas fiscales se agravaron y llevaron al presidente del momento, Fernando Collor de Mello, a implementar fuertes medidas para reactivar la economía.
Esto no generó los resultados esperados y la inflación retomó su ritmo creciente, registrando máximos históricos en agosto de 3993.62 %.
Estas cifras destruyeron la estructura productiva del país, así como la economía en general.
Durante este período, fue permitido el curso legal de las denominaciones existentes antes de la reconversión y las nuevas especies, comprendiendo que las anteriores monedas y billetes, así como cualquier otro título, efecto de comercio, imposiciones fiscales y acciones mercantiles (tales como cheques, bonos, salarios, impuestos, acciones, entre otros) debían expresarse y transarse dividiendo su valor nominal entre mil, que fue el factor de reconversión.
[29] Para finales de 2019 la inflación acumulada siguió alta con 7374 % según la Asamblea Nacional.
El papel moneda se introdujo durante la dinastía Tang, y fue generalmente bien recibido.
Mantuvo su valor, ya que los sucesivos gobiernos chinos establecieron controles estrictos sobre la emisión.
Fue solo cuando se rompió la disciplina en la cantidad suministrada que surgió la hiperinflación.
[29] La dinastía Yuan (1271–1368) fue la primera en imprimir grandes cantidades de dinero fiduciario para financiar sus guerras, lo que resultó en una hiperinflación.
Esta llegó a alcanzar la cifra de 1 000 000 000 000 % en 1923 durante la ocupación francesa del Ruhr.
El récord mundial de hiperinflación fue alcanzado en 1946 en Hungría cuando llegó a 41.9 trillones por ciento.
Seis meses después, el adópengő valía dos mil trillones de pengős.
[37] A esa tasa, los precios de los productos se duplicaban cada quince horas.
Entre 1900 y 2019 ha habido casos sorprendentes de hiperinflación, generalmente calculados mensualmente.
Como indicador histórico, la Revolución francesa produjo una inflación mensual del 143 % durante el período de siete años entre 1789 y 1796.