Parque del Retiro de Madrid
A diferencia del Real Alcázar, sede oficial de los órganos de gobierno, fue concebido como una residencia «para alivio y recreación» del rey y sus sucesores, como así se hizo constar en una cédula expedida por el propio monarca.Toda la austeridad que el exterior transmitía dejaba paso, en el interior, a una fastuosa decoración, tal y como dejó reflejado la escritora Madame d'Aulnoy (1651-1705) en Memoires de la cour d'Espagne, relation du voyage d'Espagne (1690 o 1691): "sus habitaciones son anchurosas, magníficas y adornadas con bellas pinturas.Con respecto a los jardines, se crearon al mismo tiempo que el palacio y su artífice fue igualmente Alonso Carbonel, con intervención posterior de Cosme Lotti (1570 o 1580-1651) y Baccio del Bianco (1604-1657), dos escenógrafos que el rey se trajo de Italia para trabajar en los montajes del Coliseo.Con la llegada al trono de Carlos III (1716-1788), el Real Sitio cobró un nuevo impulso.Este último fue creado en 1774 en la Cuesta de Moyano, en terrenos que entonces pertenecían al Retiro.Llevado por ese mismo espíritu ilustrado, en 1767 Carlos III autorizó el acceso público al Buen Retiro, siempre que se acataran ciertas normas en el vestir y se respetaran unos límites territoriales.El proyecto fue redactado por Isidro González Velázquez (1765-1840)[26] y significó la transformación romántica del lugar.En esta zona fueron trazados nuevos jardines, que, siguiendo las corrientes de la época, fueron adornados con diferentes caprichos paisajísticos.Entre los conservados cabe destacar la Casita del Pescador, la Casa del Contrabandista, la Montaña Artificial y la Fuente Egipcia, además de la Casa de Fieras, donde fue trasladado el zoológico fundado por Carlos III.Se cedía el lugar "en toda su extensión", incluyendo El Reservado, que hasta entonces había estado restringido a los reyes, "con la obligación expresa de reservar sus límites y dedicarle, exclusivamente a recreo del vecindario".Con la municipalización dio comienzo una fase constructiva muy intensa, que se prolongó hasta el segundo tercio del siglo XX.Llegado el siglo XX continuaron las labores de acondicionamiento empezadas en la centuria anterior.Ambas actuaciones fueron llevadas a cabo por el arquitecto municipal Luis Bellido (1869-1955), entre 1922 y 1926.A lo largo del citado siglo, preferentemente en los dos primeros tercios, el Retiro fue adornado con numerosos monumentos conmemorativos, entre los que cabe destacar, por su relevancia artística y simbólica, el dedicado a Alfonso XII, obra maestra de José Grases Riera (1850-1919), que preside la ribera oriental del Estanque Grande desde 1922.Sus primeras representaciones, realizadas al poco tiempo de su constitución como Real Sitio, tuvieron un sentido preferentemente propagandístico.En el siglo XVIII se impuso una visión costumbrista en las representaciones del Real Sitio, coincidiendo con su apertura al público a partir de 1769 y su uso como parque.[32] También se mostraron interesados por el lugar Joaquín Sorolla (1863-1923), con un paisaje postimpresionista del Estanque Grande, y Pablo Ruiz Picasso (1881-1973), con una pequeña obra de influencia modernista,[33] que el artista hizo en 1897, cuando viajó a Madrid.[35] El Parque del Retiro cuenta con diecisiete entradas, concebidas, en gran parte, como puertas monumentales.Un capricho es un elemento paisajístico y recreativo, por lo general tematizado, en el que se recrea, mediante modelos arquitectónicos singulares e ingenios mecánicos, un asunto fantasioso, histórico, exótico o rústico.[57] Con todo, su máximo desarrollo tuvo lugar a principios del siglo XIX, cuando el rey Fernando VII (1784-1833) ordenó a Isidro González Velázquez (1765-1840) que rehabilitara los jardines, tras los destrozos provocados por la Guerra de la Independencia (1808-1814).De las actuaciones llevadas a cabo entonces, consideradas como las más vanguardistas entre las realizadas hasta ese momento en las Cortes europeas,[24] solamente se conservan dos estanques: La construcción de elementos hidráulicos se aminoró durante el siglo XVIII y volvió a intensificarse en las primeras décadas del siglo XIX, con obras que, como el estanque de la Montaña Artificial (1817), estaban asociadas a los caprichos paisajísticos que Isidro González Velázquez (1765-1740) hizo para el rey Fernando VII (1784-1833).Así, los árboles caducifolios tienen una presencia muy relevante en ciertos jardines decimonónicos, al encajar con el ideal romántico de paisaje.Tiene un recorrido total de ocho kilómetros y se divide en siete tramos, llamados itinerarios botánicos,[74] que permiten acercarse a ochenta especies arbóreas, el 48 % de todas con las que cuenta el Retiro.En cuanto a los insectos, el Retiro reúne especies que, como las mariquitas, los escarabajos unicornio, los ciempiés, los mosquitos gigantes, los abejorros carpinteros, los grillos o las mariposas limoneras, no suelen ser frecuentes en las áreas urbanas.Estas últimas fueron introducidas en el año 1997, cuando fueron soltados 145 ejemplares, a partir de una iniciativa municipal.En 2008 tuvo lugar una nueva suelta, esta vez de cinco individuos, al constatarse su práctica desaparición del parque.Asimismo, existen poblaciones permanentes de herrerillos, carboneros garrapinos, agateadores, palomas torcaces, estorninos, petirrojos, pitos reales y verderones.Además, hay importantes poblaciones de ocas, pavos reales, patos y cisnes, especies que suelen ser muy frecuentes en la jardinería occidental.En los estanques pueden observase también garzas reales y cormoranes, que acuden al reclamo de las especies piscícolas que ahí habitan, principalmente carpas, aunque también se han detectado peces gato y percasoles.En 1994 Manuel Lillo Torregrosa (1940) compuso la marcha titulada Quiosco del Retiro, dedicada a los recitales que ahí se celebran.