Las fachadas, dominadas por frontones normalmente decorados con los símbolos del propietario, anunciaban una poderosa presencia en un territorio vasto y llano, y no tenían necesidad, para ser visibles, de tener la altura de los palacios ciudadanos.
Las cocinas, la despensa, la lavandería y las bodegas se encontraban en la planta baja: el amplio espacio bajo el techo se empleaba para conservar el producto más precioso de la explotación: el grano, que incidentalmente servía también para aislar los ambientes habitables inferiores.
En la planta principal, habitada por la familia y sus invitados, las estancias más públicas (la logia y el salón se encontraban sobre el eje central mientras que a derecha e izquierda se iban abriendo habitaciones de distinto tamaño: desde las grandes cámaras rectangulares, a través de estancias cuadradas de dimensiones medias, hasta las pequeñas rectangulares, usadas a veces por los propietarios como estudios para administrar el fundo.
En sus diseños Palladio buscó coordinar todos estos elementos diferentes que en los conjuntos precedentes no estaban colocados en consideración a la simetría visual y la jerarquía arquitectónica, sino a menudo sobre la base de la forma del área disponible, generalmente delimitada por calles y cursos de agua.
Un ejemplo es la villa Poiana donde la gran barchessa con refinados capiteles dóricos está ciertamente diseñada por Palladio.
Veinticinco son los lugares donde se encuentran edificios protegidos por la Unesco, todos ellos en la región del Véneto:[1] De ellas, la «Villa Trissino» de Cricoli no está actualmente atribuida a Palladio por la crítica, sino sólo ligada tradicionalmente a su nombre.