En algún momento de su vida, un árbol grande puede llegar a tener aproximadamente 11 000 conos.
Se estima que una secuoya gigante madura pueda dispersar de 300.000 a 400.000 semillas por año.
Las semillas aladas pueden ser llevadas hasta 180 m de distancia con respecto del árbol padre.
La secuoya gigante se encuentra generalmente en un clima húmedo caracterizado por veranos secos e inviernos con nieve abundante.
Las secoyas gigantes tienen dificultad para reproducirse en su hábitat original (y muy raramente se reproducen en cultivo) debido a que las semillas solo puede crecer exitosamente en suelos minerales y con la luz del sol directa, liberados de competir con el resto de la vegetación.
Aunque las semillas puedan germinar en sustrato húmedo mantillo en la primavera, estos semilleros morirán con la sequía del verano.
Junto con ceniza en el suelo que puede actuar también como una cubierta para proteger las semillas caídas del daño ultravioleta de la radiación.
Debido a los esfuerzos en la supresión de los fuegos y al ganado que pastaba durante los inicios y a mediados del siglo XX, la baja intensidad de los incendios que ya no se producían de forma natural en muchas arboledas, y actualmente no ocurre en algunas arboledas.
Alguna investigación indica que muchos conos, especialmente los situados más alto en las coronas, pueden necesitar secarse parcialmente por el daño de escarabajo antes que el fuego los pueda abrir completamente.
Los antiguos nativos norteamericanos llamaban a la Secoya Wawona, Toos-pung-ish y Hea-mi-withic, las dos últimas de la tribu del río Tule.
El siguiente europeo en ver la especie fue John M. Wooster, que talló sus iniciales en la corteza del árbol de "Hércules" en la Arboleda de Calaveras en 1850; tampoco este hallazgo se publicó.
El primero en dar un nombre científico a la especie fue John Lindley en 1853, que lo denominó como Wellingtonia gigantea, sin darse cuenta de este era un nombre inválido bajo el Código Internacional de Nomenclatura pues el nombre Wellingtonia ya había sido utilizado anteriormente para otra planta no relacionada (Wellingtonia arnottiana en la familia Sabiaceae).
En 1907 fue incluido por Carl Ernst Otto Kuntze en el género fósil Steinhauera, pero la duda en cuanto a si la Secoya Gigante estaba relacionada o no al fósil, han dejado invalidado este nombre.
Al árbol General Sherman se le estima un peso de 2100 toneladas (Fry & White 1938).
La madera de las Secoyas Gigantes maduras es sumamente resistente a la descomposición, pero es fibrosa y quebradiza, lo que generalmente la hace inapropiada para la construcción.
Los leñadores procuraron almohadillar el impacto cavando zanjas y llenándolas con ramas.
Los retratos de los árboles una vez majestuosos rotos y abandonados en arboledas anteriormente prístinas, y el uso tan marginal que de estos gigantes se hacía, espoleó la protesta pública que causó que la mayor parte de las arboledas fueran preservadas como tierra protegida.
Tan tarde como el 1980 algunos árboles inmaduros fueron apuntados en el Secoya Bosque Nacional, la publicidad fue lo que ayudó a llevar a la creación del parque Secoya Gigante Monumento Nacional.
En el noroeste Estados Unidos algunos empresarios han empezado también las Secoyas Gigante crecientes para árbol de Navidad.
Aparte de estas tentativas en la sivicultura, los usos económicos principales para la Secoya Gigante son hoy el turismo y la horticultura (ver Cultivo, más abajo).
Se cría también, aunque menos favorablemente, en partes de Norteamérica oriental.
Estos árboles pueden aguantar temperaturas mínimas de unos −30 °C o más frías durante cortos periodos, unos pocos individuos se ha comprobado que parecen haber superado temperaturas más bajas, especialmente donde la nieve hace una cubierta profunda sobre las raíces.
Su desarrollo en el noreste de Europa se encuentra limitado por los fríos inviernos.
En España ya desde mediados del siglo XIX se plantaron sequoyas con intención puramente decorativa en los jardines de diversas ciudades y residencias privadas.
No son raras las Secoyas Gigantes en los jardines privados alrededor de los Estados atlánticos Medios.
El Ballarat Botanical Gardens contiene una colección considerable, muchos de ellos con unos 150 años.