José del Castillo

Coincidió allí con Juan de Villanueva, viajando por Italia, hasta que en 1764 regresó a Madrid.

Esta sería, en lo sucesivo, su principal dedicación, con leves incursiones a la pintura religiosa, como el Abrazo de Santo Domingo y San Francisco (1783), en la iglesia de San Francisco el Grande, o la ilustración de libros, que conocemos por sus dibujos para la edición del Quijote grande de Ibarra de 1780, grabados por Manuel Salvador Carmona y Fernando Selma.

Castillo es reivindicado por su delicadeza, su elegancia, su grato y acompasado color, su siempre impecable dibujo.

En algunos casos se le considera más propio de las corrientes europeas que de la española, representada por Goya y los hermanos Bayeu, sobre todo Ramón y Francisco.

Destacan sus cartones para tapices, algunos de enorme tamaño, en los museos Municipal y del Romanticismo de Madrid, y en el Ministerio de Educación (El jardín del Buen Retiro, El estanque del Buen Retiro, La pradera de San Isidro, etc).

Bodegón de caza con aves y liebre , óleo sobre lienzo, 134 x 134 cm, Madrid, Museo del Prado .
La pradera de San Isidro , 1785. Óleo sobre lienzo, 49 x 99,5 cm. Museo del Prado
Retrato de Carlos III con traje de corte . Óleo sobre lienzo, 78,5 x 61,5 cm. Colección privada. Obra de reciente atribución a Castillo, anteriormente relacionada con el círculo de Mengs.