[2] Era el segundo hijo varón de la familia, precedido por José, que al amparo de su tío paterno al llegar a la edad adulta sería escultor.El tercero, Juan Antonio, seis años más joven, también trabajó como grabador y fue su primer discípulo.Sus padres fomentaron en los tres el gusto por las artes, con la esperanza de que pudieran seguir los pasos de su tío paterno, Luis Salvador Carmona, que, protegido por un canónigo segoviano que lo llevó a Madrid y puso a estudiar con Juan Ron, triunfaba en la Corte.[3] Desde muy niño se ejercitó por ello en la práctica del dibujo por cartillas, según explica el menor de los hermanos, Juan Antonio, en una nota biográfica que nos ha llegado manuscrita: «Desde pequeño le hacía dho.[4] Allí estudió la técnica del grabado al aguafuerte y buril con Nicolás-Gabriel Dupuis, miembro de la academia francesa, al tiempo que continuó formándose en el dibujo asistiendo a las clases que se impartían en la propia institución académica.En cuanto al grabado lo serán Gérard Audran y Ederlinck, en especial este último, del que, cuando se le pidió un informe sobre la enseñanza del grabado en la Academia de San Carlos de México, escribió que era «muy conveniente, y aun necesario se les propongan las obras del célebre Edelinck para ejemplares, pues nadie ignora es el Rafael del grabado a buril».[19] Tras la expulsión de los jesuitas, impulsores de la nueva devoción, se presentaron denuncias contra sus imágenes por su cuestionada ortodoxia, y el Consejo Extraordinario, atendiendo al informe del fiscal José Moñino, futuro conde de Floridablanca, dio instrucciones a las cancillerías para que recogiesen libros, estampas, medallas y cuanto se refiriese a la nueva y disputada iconografía, calificada de ilusoria y supersticiosa.[25] En suma, previendo el regreso y los materiales que había de llevar con él a España necesarios para ejercer el magisterio del grabado, compensaba con las ganancias obtenidas con su propio trabajo los retrasos e impagos de las pensiones comprometidas, y anteponía esos trabajos a la honrosa recepción en la academia.[34] Tras hacer acopio de materiales para grabar —buriles, grafios, bruñidores, barnices y papeles barnizados, lápiz de plomo, piedras para afilar y otras herramientas— y con una colección de estampas en la que se encontraban representados, con Edelinck y Audran, Cornelis Visscher, Robert Nanteuil, François Boucher, Charles-Nicolas Cochin, Salvator Rosa para los paisajes y Gilles Demarteau, como modelo para los grabados a la manera del lápiz, entre otros,[35] una pensión de seis mil reales anuales y una ayuda de otros seis mil reales para gastos de viaje, en 1762 regresó a Madrid.Aunque, calificado como «el más hábil y primoroso en su arte», la plaza quedó sin cubrir por decisión del monarca y el nombramiento como grabador de cámara quedó aplazado hasta 1783 cuando, por encargo del conde de Floridablanca, concluyó la lámina con el retrato de Carlos III por pintura de Anton Rafael Mengs, cuadro que un año antes se había podido llevar a su propia casa para realizar con más facilidad la tarea encomendada.En la «ciudad eterna» los hermanos Salvador Carmona fueron recibidos en audiencia por el papa Pío VI, que elogió las estampas de Manuel.Desde Roma escribió a su padre lleno de satisfacción por el trato recibido de la familia Mengs y con «mi doña Anita [que] es preciosísima; un genio y modo que enamora cada día más», a lo que Juan Antonio agregaba en la posdata a la carta: «mi hermano puede dar el viaje por bien empleado, por haber hallado una prenda de tanto mérito, pues en todo es perfecta».Ya en el siglo XIX algún crítico apuntó la autoría de Carmona, oculta bajo la inicial C, una atribución que parece ampliamente aceptada, aunque falte la prueba definitiva.Desde que regresó de París ejerció la docencia del grabado en talla dulce.El primero de sus discípulos fue su propio hermano, Juan Antonio Salvador Carmona.[52] De los años posteriores a 1792 son escasas las noticias fuera de las que proporcionan sus firmas en los grabados que siguió abriendo aunque a menor ritmo, centrado en las tareas académicas.Como grabador de cámara en 1792 se le concedió una pensión de doscientos ducados, pero a las solicitudes de aumento de sueldo que presentó en 1795, 1799 y 1806 se le respondió negativamente, y en 1808, que solicitó una pensión para su hija Joaquina, de «salud quebrantada», se le contestó que la difícil situación por la que atravesaba el país no lo permitía, pero que «mejorando las circunstancias se le atenderá, y lo mismo si su hija le sobreviviese en consideración a su distinguido mérito».[55][34] Valentín Carderera en 1862 le dedicó una primera reseña biográfica publicada en el primer número de la revista El Arte en España, en la que se dolía de la escasa atención que por inercia, desidia o ingratitud habían recibido muchas grandes personalidades y artistas de las dos generaciones anteriores a la suya, algunos de ellos, decía, mejor conocidos en el extranjero que en España.Aprobada de inmediato por la comisión académica formada para hacerse cargo de la edición, el pleno académico aceptó con agrado pagarle los 3000 reales que había solicitado.[77] Proponía, además, contar también con «otros grabadores de segunda clase, que bajo mi dirección puedan emplearse», mencionando en este orden a Mariano Brandi y Joaquín Pro.[76] Además de estos, tres discípulos de Carmona —Luis Fernández Noseret, Manuel Alegre y Blas Ametller— grabaron retratos para la colección bajo la dirección o acabados por Carmona.[91] Entre sus escasas composiciones originales, junto con los numerosos dibujos conservados en su mayor parte en la Biblioteca Nacional de Madrid, destaca el retrato que dedicó a sus padres, del que existen dibujos previos a lápiz rojo combinado con grafito y albayalde (Museo de Bellas Ares de Córdoba y Biblioteca Nacional).Debajo, en una cartela, una inscripción en latín dice: longe et prope, «separados por la distancia, pero cerca por el cariño», conforme a la interpretación dada por Carderera.[96] Muy numerosos son los dibujos llamados «de principios», modelos y academias.
Pedro Salvador Carmona: y María García su mujer; dibujados y grabados por su hijo Manuel
, 1780. Madrid,
Biblioteca Nacional
, Iconografía Hispana, 8434-1.
Le juge arbitre, l'hospitalier et le solitaire
, 1759, grabado abierto al aguafuerte por Manuel Salvador Carmona y concluido a buril por Nicolas-Gabriel Dupuis.
Hyacinthe Collin de Vermont
, «Roslin Suedois pinx. Gravé para Manuel Salvador Carmona pour sa reception á l'Academie en 1761».
Marguerite Legrand, litografía de Isidoro Lozano a partir de un dibujo perdido de Manuel Salvador Carmona.
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Carlos III rey de España y de las Indias
. Grabado de Manuel Salvador Carmona por pintura de Anton Raphael Mengs, 1782. Madrid, Biblioteca Nacional de España.
Dos aprendices dibujando
. Dibujo a lápiz negro y clarión sobre papel azul verjurado. 207 x 235 mm, Madrid, Biblioteca Nacional. En el dibujo, también conocido como
los hijos de Carmona dibujando
, dos jóvenes aprendices copian un vaciado en yeso o escayola de la cabeza del
Milón de Crotona
de
Pierre Puget
, de la que se conocen tres dibujos de Carmona desde distintos puntos de vista.
El descanso en Egipto
, talla dulce, 300 x 199 mm, firmada en plancha: «Pintado por
Federico Barrocio
/ Dib.
o
y grab.
o
por M. S. Carmona, año de 1806».
Palacio Real de Aranjuez
, 1773, diseño de Domingo de Aguirre, estampado al aguafuerte por Manuel Salvador Carmona, que firma como pensionado de su majestad y grabador del rey de Francia.
El hijo de Rubens
, grabado en 1762 por Carmona con dedicatoria al marqués de Grimaldi, en cuya colección se encontraba la pintura con la atribución, ahora rechazada, a Rubens.
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Aventura de Puerto Lápice (Don Quijote arremete contra unos frailes)
por dibujo de
José del Castillo
para el capítulo VIII de la primera parte del
Quijote
en la edición de la Academia de 1780.
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