«Todos los lugares seleccionados eran baluartes de la diosa Hera y entradas al otro mundo» (Burkert, p. 169).
Cuando Zeus advirtió lo que había sucedido, montó en cólera; pero, no obstante, mantuvo en pie su imprudente proclama, y así Euristeo fue investido rey de Micenas.
Allí reinaba Éurito, quien le había enseñado a usar el arco y las flechas en su juventud.
Heracles llegó dispuesto a aceptar el desafío imponiéndose fácilmente sobre Éurito y sus hijos.
Heracles sufrió un ataque de ira, blandió su espada e impuso una gran batalla contra el rey.
Al ver a su esposa en peligro, Heracles disparó una flecha contra Neso que impactó en el corazón.
Mientras el centauro agonizaba le dijo a Deyanira que tomara un poco de su sangre: Cuando sientas que empiezas a perder el cariño de Heracles, úsala sin dudarlo y recuperarás su amor al instante.
La historia ha sido objeto de adaptaciones y paráfrasis literarias, fílmicas, pictóricas e historietísticas: