En la mitología griega, las aves del Estínfalo eran unas aves que tenían picos, alas y garras de bronce, cuyos excrementos venenosos arruinaban los cultivos y también eran carnívoras.
Poblaban la región y el bosque alrededor del lago Estínfalo (Arcadia).
Euristeo comandó entonces a Heracles que acabase con la amenaza de dichas aves, como parte de los doce trabajos de Heracles, ya que en ocasiones atacaban al ganado o a la población.
Heracles se dirigió al Estínfalo, y ahí se encontró desolado, pues la misión era imposible al no tener flechas suficientes para matar a todas las aves.
Al ver esto, Heracles sonó su cascabel y las aves se alejaron de ahí.