La caza menor es, después de la pesca, el deporte más popular que se practica al aire libre.
En efecto, son fantásticas las cifras que los cazadores de todo el mundo invierten en escopetas, rifles, munición, equipo, perros y desplazamientos.
Con toda seguridad, la pieza capturada le resulta más cara al cazador que si la hubiera adquirido en el mercado.
etc.[1] En España las especies cinegéticas de caza menor están determinadas mediante el Real Decreto 1095/1989.
[2] La modalidad llamada caza a la espera o al aguardo suele tener por escenario las orillas fangosas de los ríos, lagunas y lagos, donde las aves, especialmente los patos, se presentan en busca de alimento o durante sus migraciones.