Pasa el invierno boreal en el centro de África y retorna a Europa en la primavera para el apareamiento.
El ruiseñor común es algo mayor que el petirrojo, con una longitud de 15-16,5 cm.
El ruiseñor es huésped del gusano parásito intestinal acantocéfalo Apororhynchus silesiacus.
[3] La especie Luscinia megarhynchos fue descrita por el ornitólogo alemán Christian Ludwig Brehm en 1831.
[6] En contraste, en el Reino Unido, este ave se encuentra en el límite norte de su área de distribución, que se ha reducido en los últimos años, habiendo sido incluida en la lista roja para su conservación.
Su nido es desordenado y bajo (rara vez supera los 50 cm), o incluso en el suelo.
Las crías son totalmente independientes entre quince y treinta días después de volar.
[10] La primera nidificación se produce en la primavera siguiente y los ruiseñores viven hasta seis años.
[10] Se reconocen las siguientes subespecies:[11] El canto del ruiseñor ha sido especialmente reconocido por su belleza sobre las demás aves, al extremo de que algunos cantantes humanos son llamados «ruiseñores» en señal de admiración.
William Shakespeare compara su poesía amorosa con el canto del ruiseñor común (Filomela) en la segunda estrofa de su Soneto número 102: "Our love was new, and then but in the spring, When I was wont to greet it with my lays; As Philomel in summer's front doth sing, And stops his pipe in growth of riper days:" ("Nuestro amor era nuevo, y luego en la primavera, Cuando solía saludarlo con mis puestas; Como canta Filomela en el frente del verano, Y detiene su flauta cuando aumentan los días más maduros: ") Son también reconocidos la genial Oda a un Ruiseñor, del escritor John Keats, y el cuento infantil El ruiseñor y la rosa, de Oscar Wilde.
Igor Stravinsky basó su primera ópera, El ruiseñor (1914), en la historia de Hans Christian Andersen sobre el mismo tema y posteriormente preparó un poema sinfónico, La canción del ruiseñor (1917), utilizando música de su ópera.
El diseño del ruiseñor fue confeccionado por el célebre escultor croata Kuzma Kovačić durante las Guerras Yugoslavas, según cuya visión el ruiseñor y su canto representaban un símbolo de libertad y esperanza.