Bianco había ya colaborado con otros arquitectos, escenógrafos y figurinistas italianos como Alfonso Parigi el Joven o Bernardo Buontalenti, y llegaba a la corte de los Austrias en un momento de gran madrurez artística, tras haber trabajado para los Medici y la nobleza florentina.
Aunque su estancia en España fue bastante breve (la muerte le sorprendió seis años después de llegar) resultó muy intensa y dejó una huella muy importante en la historia escénica del siglo XVII.
Colaboró con Pedro Calderón de la Barca en numerosas comedias para fiestas palaciegas: La fiera, el rayo y la piedra, comedia mitológica representada en el Coliseo del Buen Retiro en 1652.
Otras fueron Andrómeda y Perseo (1653), o El golfo de las Sirenas (1657).
Sin embargo, es lo cierto que la colaboración entre ambos logró funcionar a la perfección cuando el italiano le ganó la confianza a don Pedro (que ya había tenido sus encontronazos con su antecesor Cosme Lotti), y dio como fruto enormes éxitos teatrales.