Ermita de San Pelayo y San Isidoro

Por otra parte se conoce el texto de consagración labrado en una lápida y fechado en 1270.

La nueva ubicación de la iglesia fue en los jardines del Museo Arqueológico y su destino sería, además de mostrarla como reliquia del románico, utilizarla como capilla en la que se diría misa con el rito mozárabe todos los domingos.

Pero todo quedó en un proyecto hasta que Cánovas del Castillo en 1896 se interesó por el monumento y el museo lo cedió al Ayuntamiento de Madrid.

Finalmente a comienzos del siglo XXI el Ayuntamiento madrileño mandó adecentar el lugar recuperando piedras, capiteles, fustes, cornisas, etc. que estaban desperdigados por el entorno.

Las mismas rosetas formaron la decoración labrada de las arquivoltas; todavía se puede adivinar su traza.

Quedan dos como testimonio y en ellas se puede distinguir el abocinamiento profundo que termina en estrecha saetera.

[1]​ Según los dibujos conservados, en el tramo recto había arcos ciegos de un solo arco cuyos capiteles estaban decorados con temas vegetales, leones y aves.

Ruinas del ábside
Sillares que quedaron in situ tras el desmonte de la ermita en Ávila
Entorno de la ermita; vista de la Montaña artificial desde las ruinas.
Dibujo de Francisco Aznar en la obra Monumentos arquitectónicos de España , 1856-1882.