Este tratado definía la frontera acordada entre ambas naciones y prohibía aumentos o nuevos impuestos a empresas chilenas durante veinticinco años.
Los territorios disputados, así como las zonas aledañas, se ubican en el desierto de Atacama, y en aquel tiempo tenían acceso expedito solo por mar.
Al iniciarse la época republicana, Bolivia y Chile aceptaban que sus fronteras debían ser las mismas de la administración hispánica, norma conocida como Uti possidetis iuris.
En un protocolo adicional firmado el año 1875, ambos países acordaron, entre otros, someter a arbitraje posibles divergencias en la aplicación del tratado.
Argentina fue invitada a firmar el pacto, su gobierno se mostró de acuerdo y solicitó la aprobación del parlamento.
Sin embargo, cuando afloraron nuevamente, en 1875 y 1878, las tensiones fronterizas por la Patagonia, Argentina buscó ingresar al pacto, pero el Perú diplomáticamente rechazó la iniciativa.
Pero aun antes de entrar en vigor la ley, el gobierno debió retirarla porque sus costos serían mayores a las ganancias obtenidas.
Sin embargo, la mutua desconfianza aumentaba con los preparativos bélicos en los tres países, y las demostraciones «patrióticas» en las calles impedían un acercamiento de las posiciones.
[nota 5] Otros observadores[13]: 253 hicieron un análisis más profundo, que mostraba ventajas chilenas tanto políticas como militares.
Durante la navegación se cruzaron ambas fuerzas sin avistarse y cuando el alto mando naval peruano se enteró de que solo débiles naves bloqueaban Iquique, aprovechó la oportunidad inmediatamente y envió a sus buques a romper el bloqueo.
A partir del combate de Angamos, la escuadra chilena pudo convoyar y apoyar al ejército en sus operaciones en tierra, así como también a hostilizar las costas peruanas y bloquear sus puertos para impedir el abastecimiento del ejército peruano o la llegada de refuerzos.
Técnica y numéricamente disminuida, la escuadra peruana se limitó a abastecer en lo posible sus fuerzas terrestres evitando enfrentamientos con la flota adversaria.
Con la extensa costa peruana sin protección naval desde octubre, excepto puntualmente por su poderosa artillería costera, las fuerzas chilenas pudieron elegir el lugar donde continuar la guerra.
Las zonas de Arica e Iquique eran, cada una, compartimientos estancos sin acceso expedito por tierra al resto del Perú.
[49] J. Basadre cita la posibilidad de un desembarco chileno cerca de Lima ya en 1879 y señala al historiador chileno Wilhelm Ekdahl que hubiera aconsejado abandonar el sur del Perú y fortalecerse en Lima hasta restablecer el equilibrio naval o encontrar nuevos aliados.
Pese al triunfo, los aliados sin refuerzos ni apoyo logístico para mantener la posición y rechazar nuevos ataques se retiraron a Arica en una penosa marcha.
[53] : 14 [nota 8] Asimismo, el gobierno debía negociar con Argentina un tratado que fijase la frontera e impidiera su entrada en la guerra al lado de Perú y Bolivia.
Por esa razón, finalmente el gobierno decidió ocupar la región que es la salida natural de Bolivia al océano.
[69] El gobierno chileno intentó acordar la paz con García Calderón esperando que aceptara, entre otras cosas, las exigencias de cesión territorial, pero este rechazó esa condición en particular para terminar la guerra, prefiriendo en su lugar una indemnización pecuniaria.
Chile no reconoció la autoridad de Montero sobre Perú, pero si lo hizo el gobierno boliviano dirigido por Campero, con quien trabajó para proseguir la guerra, adquiriendo armamento en Europa y los Estados Unidos, organizando un ejército en Arequipa y colaborando hasta cierto punto con las fuerzas que organizó Cáceres en la sierra central.
Todavía no se había formado una resistencia organizada, por eso una pequeña fuerza pudo ocupar una región tan vasta y dispersar fácilmente a las pocas agrupaciones armadas.
[31]: 312 La resistencia militar liderada por Cáceres en las regiones sur y centro andinas se acentuó luego de la primera expedición chilena a la zona.
Cáceres prosiguió su retirada hacia Ayacucho para poder reorganizar sus diseminadas fuerzas en ese lugar y luego lanzar una contraofensiva.
Lynch, aunque escéptico al comienzo con este suceso, tras la desafortunada experiencia con García Calderón y luego con Montero, lo apoyó por orden del gobierno chileno.
Las fuerzas chilenas llegaron hasta Yungay el 23 de junio solo para constatar que Cáceres había abandonado la ciudad.
Sin información fidedigna a disposición, la división chilena marchó de vuelta hacia el sur, creyendo, equivocadamente, perseguir al general peruano.
[81] : 163 El ejército chileno desembarcó tropas en lugares determinados para separar a las agrupaciones aliadas y aislarlas de sus ciudades proveedoras.
Durante la guerra Perú desarrolló el submarino Toro que no alcanzó a ser utilizado y fue autohundido.
Posteriormente escribió The Influence of Sea Power upon History una obra que realza la importancia del poder naval en la historia.
[106] Durante los siguientes años, Chile tendría que hacer frente a una serie de disputas con Bolivia y Perú, pero también con Argentina.