Muchas de las decisiones tomadas antes y durante la guerra del Pacífico por los gobiernos beligerantes fueron por lo menos influidas, cuando no impuestas, por la prensa que formaba una "opinión pública" con base en informaciones sobre los hechos ocurridos y planteamientos doctrinales, el llamado cuarto poder.[5] Otro efecto de la prensa era la obligación que sentían políticos y militares a realizar operaciones de las cuales no estaban convencidos pero lo hacían para "satisfacer" a la prensa.[2]: 281 Esto también ocurría en Perú: Jorge Basadre considera, citando a Pedro Dávalos Lissón, que la opinión pública en Perú no aceptaba la misión defensiva que las condiciones de inferioridad técnica imponían a la armada peruana.[2]: 208 Esa fue la fuente de información utilizada que llevó a la Unión y al Pilcomayo a acechar el paso de un transporte (desarmado) chileno entre Antofagasta e Iquique.[7]: 149 La prensa peruana tuvo un importante papel en los entretelones que llevaron a la firma del Tratado de Alianza Defensiva (Perú-Bolivia) en 1873, aunque este fue discutido, aprobado, firmado e intercambiado secretamente.Como Napoleón III, Prado pudo invocar como una excusa la "voluntad del pueblo".[10]: 122–123 Los principales periódicos chilenos durante la guerra fueron, El Mercurio (Valparaíso), La Patria (Valparaíso), El Ferrocarril (Santiago), El Independiente (Santiago), La Discusión (Chillán), La Libertad Católica (Concepción), La Revista del Sur (Concepción), Los Tiempos (Santiago) y La Época (Santiago) La prensa chilena tuvo una postura crítica y de denuncia del carácter interventor de la política estadounidense en el conflicto del Pacífico.[1]: 6 Especial revuelo causó la publicación del memorandum Hurlbut[notas 1] por La Patria en Valparaíso.Según Julián Soto Lara, la prensa española informaba sobre los acontecimientos en la costa sudamericana en un tono crítico a Chile, presentándolo como un país militarista, agresivo y avasallador.[11]: 68–69 El belicismo chileno se tornó odioso para los periodistas españoles.Pero Nicolás de Piérola no buscaba solo buenas palabras sino apoyo activo y eso era lo que encontró en James G.[13]: 16 Según Gonzalo Bulnes, la opinión pública estadounidense estaba desinteresada de lo que ocurría en el sur del continente, el noventa por ciento ignoraba que hubiese una guerra.: no-estadounidenses) que no solo han expoliado a Perú en los contratos del guano sino que también han impedido constantemente cualquier esfuerzo de ciudadanos estadounidenses por ingresar al mercado de ese continente.[16]: 71- La Paz, capital de Bolivia, no estaba conectada por telégrafo al resto del mundo.[16]: 72–74 J. Britton advierte que si al comienzo de la guerra era interesante comparar las publicaciones inglesas y estadounidenses, con el avance chileno la atención debe centrarse en las informaciones publicadas por los periódicos metropolitanos en los EE.
La revista limeña
El Banquillo
presenta el 12 de junio de 1880 una visión despectiva del soldado chileno: pequeño, vociferante, mal vestido, mal armado, sobre pequeños barcos de madera. Por el contrario, el soldado peruano aparece fornido, bien vestido, seguro y tranquilo con sus poderosos cañones.