Retiradas del Perú las tropas de ocupación chilenas, las posiciones irreconciliables entre Iglesias y Cáceres desembocaron en una lucha abierta.
Tras un primer ataque frustrado a Lima, Cáceres reorganizó sus fuerzas en la sierra y mediante una hábil maniobra militar conocida como la «huaripampeada», engañó a las fuerzas de Iglesias atrayéndolas hacia las vecindades de Jauja y dejándolas allí aisladas, mientras él y sus fuerzas marchaban a la capital, que cayó en su poder tras una breve lucha.
[2] Por su parte, Iglesias quiso legitimar su posición y convocó a una Asamblea Constituyente, que se instaló el 1 de marzo de 1884 y ante la cual fue reconocido como Presidente Provisorio, juramentando como tal al día siguiente.
[3] Cáceres terminó por aceptar la paz con Chile como un hecho consumado, pero no reconoció al gobierno impuesto por los invasores.
Inició los preparativos a la que denominó como la Campaña Constitucional, pues se proponía restaurar la Constitución de 1860.
Finalmente, Iglesias dio por terminada las negociaciones y exigió la rendición incondicional de Cáceres.
Organizó su primer gabinete ministerial en campaña, que estaba conformado por Epifanio Serpa Arana, Francisco Flores Chinarro, Luis Carranza Ayarza, José M. García y Andrés Menéndez.
Pero al no contar con suficientes fuerzas y elementos bélicos para hacer frente a las bien pertrechadas tropas iglesistas, fueron rechazados por la división del coronel José Rosas Gil, fuerte de 2000 soldados.
Iglesias no lo persiguió y perdió así la oportunidad de ganar la guerra.
Miró Quesada resultó herido y murió poco después en el hospital militar de Lima.
[7] Contó con el auxilio del presidente de Bolivia y su amigo personal, el general Narciso Campero, quien, reconociéndole como legítimo presidente del Perú, le remitió 2000 fusiles y su respectiva dotación en calidad de devolución del armamento que su país había recibido al inicio de la guerra con Chile.
[11] En opinión de Cáceres, bien podía decirse que volvía a resurgir el veterano y bravo Ejército del Centro.
[15] Los iglesistas con Relayze a la cabeza avanzaron hasta la región de La Oroya, exactamente en la sierra central, zona donde Cáceres contaba con un apoyo regular por ser el principal escenario de sus épicos triunfos sobre los invasores chilenos.
Desde allí los caceristas avanzaron por ásperos caminos hacia La Oroya, donde sorprendieron a la guarnición que defendía ese centro ferroviario y cortaron todos los puentes sobre el Mantaro.
Relayze y su ejército quedaron así aislados en el valle del Mantaro, sin poder salir del departamento de Junín, al estar inhabilitadas todas las vías de comunicación hacia la costa.
[15] El ataque sorpresa de Cáceres a Lima, hasta entonces considerado ilusorio, se puso en marcha, usando como transporte las líneas férreas.
[15] La estrategia de Cáceres se hizo legendaria y originó el término «huaripampear» usado en el léxico político para referirse las acciones dilatorias encaminadas a entretener al opositor mientras que los principales esfuerzos se realizan encubiertamente.