Terreros[2] la denomina «acrostolio», y Luzuriaga[3] dice que es el «pico» de la nave.
Al aumentar la potencia de la artillería naval y al distribuirse los cañones en las portas de los costados, el combate naval se redujo durante mucho tiempo (siglo XVII) a un duelo de artillería, en que sólo accidentalmente podía caber el abordaje.
Sin embargo, el espolón no estaba definitivamente abandonado: el perfeccionamiento de los motores de vapor marinos, el empleo de hélices como propulsores y, como consecuencia las grandes velocidades que los buques adquirieron, hicieron concebir grandes esperanzas de que el abordaje pudiera ser fácilmente realizado, no para llegar a la lucha cuerpo a cuerpo en que el espolón era un arma secundaria, quizá útil en la maniobra que necesariamente había que realizar, sino como un arma aprovechable en un abordaje, al ser el «arma motriz».
Se ha teorizado en gran escala sobre la táctica naval del espolón y se ha tratado de demostrar su eficiencia, sus efectos decisivos, sacando a relucir los casos en que entró en juego.
En la hipótesis de que un barco que se dirige a espolonear a otro lo haga con derrota normal o aproximadamente a la que sigue este, aun cuando se suponga al barco atacante dotado de una velocidad verdaderamente notable respecto al atacado, si ambos buques navegan en buena disposición para que el abordaje se efectúe con eficiencia, le basta al atacado meter un poco su timón a una banda, poniendo su aleta al que ataca, forzando a este a dar un rodeo para recobrar una buena disposición, para que una vez conseguido un nuevo cambio de rumbo le obligue a repetir la operación.
El blindado italiano Re d'Italia, dañado y sin gobierno, fue espoloneado por el blindado austriaco Ferdinand Max, buque insignia del almirante Wilhelm von Tegetthoff (buque bautizado así en honor a Maximiliano de México de la Casa de Austria).