Nuevo Hollywood

Los altos ejecutivos de los grandes estudios eran hombres ya muy mayores, como Jack Warner o Samuel Goldwyn, que ocupaban sus puestos desde hacía décadas (habían visto la transición del cine mudo al sonoro) y habían perdido contacto con la realidad social del momento, marcada por rápidos cambios y nuevos eventos de alto impacto en Estados Unidos como el movimiento por los derechos civiles o la carrera espacial.

En un intento desesperado por recuperar audiencia, los estudios tradicionales invertían inmensas sumas presupuestarias en películas épicas como Cleopatra (1963), en comedias musicales como The Sound of Music (1965) y en las de ciencia ficción como 2001: A Space Odyssey (1968), que eran cada vez más costosas de producir pero sin poder asegurar ganancias sostenibles en el tiempo.

Inclusive las comedias ligeras más rentables eran las influenciadas por modas juveniles como el rock and roll.

Para colmo, las restricciones del Código Hays (en vigor desde 1934) dificultaban el trabajo de realizadores y directores, en tanto les impedía abordar libremente cualquier temática considerada "inmoral" por el Código (adulterios, delitos, conflictos familiares o alcoholismo) e imponía reglas severas para mostrar escenas de violencia o sexualidad, limitando así el impacto cinematográfico de dramas o comedias.

Easy Rider, que había costado apenas 400 000 dólares, fue recibida con entusiasmo por la «generación Woodstock» y tuvo un enorme éxito comercial en todo el mundo, recaudando aproximadamente 60 millones de dólares, mostrando que la industria cinematográfica estadounidense debía innovar sus bases para mantener su éxito.

En Pequeño Gran Hombre (1969), «antiwestern» satírico y divertido, Dustin Hoffman encarna a un antihéroe amigable en medio de las guerras con los indios.

Los indios de la película contrastaban con la representación del héroe nacional estadounidense George Armstrong Custer.

También en difíciles circunstancias financieras, John Carpenter rodó una serie de thrillers críticos, iniciada con Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976) caracterizada por su ambiente sombrío y pesimista.

En El planeta de los simios (1968) y The Omega Man (1971), Charlton Heston se aventura en mundos postapocalípticos opresivos.

En The Crazies (1973), de Romero, unas substancias químicas militares hacen mutar en asesinos a pacíficos campesinos.

La música popular de los años 1960 y 1970 es ampliamente utilizada como banda sonora en las películas del «Nuevo Hollywood».

Bob Fosse, célebre coreógrafo de comedias musicales, obtiene ocho premios Óscar con Cabaret (1972).

En la mayor parte de las películas del «Nuevo Hollywood», el director desempeña un papel central en su elaboración.

En cuanto a la técnica, innovaciones tales como cámaras mucho más ligeras hicieron posibles nuevos estilos de narración.

Al igual que los de la Nouvelle Vague, los cineastas pudieron abandonar los platós para rodar en exteriores, a veces con un estilo casi documental, sin iluminación adicional.

Este enfoque realista, que pretende ofrecer una perspectiva objetiva del mundo, se combinaba a menudo, paradójicamente, con un estilo expresionista, cuya postura estilística tomaba como bandera la subjetividad de la mirada.

Jon Voight y Ryan O'Neal, destacados también por su físico, interpretaron importantes papeles del «Nuevo Hollywood».

Los temas «masculinos» del «Nuevo Hollywood» dejaban poco sitio a las actrices para los principales papeles.

El «Nuevo Hollywood» alcanzó su cima artística y comercial a principios de los años 70.

Realizadores que hasta ese momento solo habían rodado películas de bajo presupuesto consiguieron un considerable éxito popular mundial.

El polaco Roman Polanski vivía desde hacía varios años en Hollywood y sorprendió a la crítica y al público con la trama coral de Chinatown (1974), brillante puesta en escena en la que Jack Nicholson interpreta a un detective privado al que el personaje del propio Polanski le raja la nariz con una navaja.

Otros, como George Roy Hill, Sydney Pollack, Milos Forman y Alan J. Pakula acometieron con un estilo innovador en películas comerciales de éxito como El golpe (1973), One Flew Over the Cuckoo's Nest (1975) o Todos los hombres del presidente (1976), combinando la tradición del «nuevo Hollywood» con una puesta en escena comercialmente más adaptada, y coincidiendo con el exitoso estreno de Superman: la película (1978).

Scorsese convenció en primer lugar en 1973 con Mean Streets, un retrato realista sobre los mafiosos de las calles neoyorquinas.

Con su película sobre los ovnis, optimista y visualmente espectacular, Close Encounters of the Third Kind (1977) Spielberg realizó un contrapeso a las visiones apocalípticas de la ciencia ficción tradicional.

En 1977, su ópera espacial Star Wars batió todos los récords y estableció en cierto modo un nuevo tipo de entretenimiento en la cultura popular.

La abundancia de efectos especiales y la híper distribución internacional completarán esta «fórmula del éxito», recuperada más tarde por Hollywood.

Como al mismo tiempo los realizadores del «nuevo Hollywood» se encontraban en declive o fracasaban debido a su megalomanía, de repente ya no había sitio para su visión cinematográfica.

Los productores aprovecharon para recuperar el control que habían perdido en favor de los realizadores del «nuevo Hollywood».

Bajo la era de Reagan, el cine se orientó hacia éxitos patrióticos y optimistas, como Rambo II (1985) o Top Gun (1986).

Si bien veteranos como Altman, Cameron, Columbus, Lucas, Scorsese y Spielberg se renovaron con éxitos de crítica en los años 1990, con Goodfellas (1990), Terminator 2: el juicio final (1991), Short Cuts (1993), Parque Jurásico (1993), Mrs.

Fotograma de Warren Beatty y Faye Dunaway , protagonistas en la película Bonnie y Clyde (1967).