Durante esta época, las tres grandes cadenas televisivas (ABC, CBS y NBC) dominaban la televisión estadounidense.
Estas tres redes se establecieron por primera vez por radio y desempeñaron un papel importante en la identidad estadounidense de la posguerra.
Los estudios de cine y productoras de televisión independientes sólo tenían tres lugares posibles para vender sus medios, por lo que se vieron obligados a cumplir con las prácticas establecidas por las cadenas.
Con este cambio, la transmisión tuvo más control sobre la cadena porque tenían un formato de estilo revista para los anunciantes.
A principios del período, los televisores no tenían color ni control remoto, ya que los espectadores tenían que ver la televisión en escala de grises y controlar el televisor manualmente.
Los productores solo vendieron series a cadenas o estaciones locales, lo que permitió que solo una cantidad limitada de programación llegara a los espectadores.