También ganó dos Premios Óscar al mejor guion, por Butch Cassidy and the Sundance Kid (Dos hombres y un destino, 1969, premio al Mejor guion original) y por Todos los hombres del presidente (1976, premio al Mejor guion adaptado).
En su carrera empleó dos pseudónimos para publicar sus novelas: S. Morgenstern (con el que firmó La princesa prometida y The Silent Gondoliers) y Harry Longbaugh (No Way To Treat a Lady).
Después volcó todo su talento «en una de las dos grandes historias con que me he encontrado en mi vida»: las aventuras de dos ladrones míticos, Butch Cassidy y Sundance Kid, en Butch Cassidy and the Sundance Kid (Dos hombres y un destino), un guion por el cual llegó a cobrar 400 000 dólares, además de proporcionarle su primer Premio Óscar.
Cuando un lustro después vuelve a coger una racha, lo primero que hace es adaptar una de sus propias novelas, la excepcional La princesa prometida.
El guionista terminó su vida con su ritmo habitual: vecino de Manhattan, todas las mañanas caminaba hasta su oficina para escribir durante dos horas, y después de las cinco iba al cine.