[39] Según el veneciano Mario Savorgnano, la princesa heredera se estaba convirtiendo en una «jovencita bonita, bien proporcionada y de buena complexión».
Enrique VIII afirmó, citando pasajes bíblicos (Levítico 20:21), que su matrimonio con Catalina era «inmundo» porque ella era viuda del tío de María, Arturo.
[43] Desde 1531, María se enfermaba frecuentemente de menstruación irregular y depresión, aunque no está claro si esto era causado por el estrés, la pubertad o una patología subyacente.
[51] Bajo tensión y con restricción de movimiento, ella frecuentemente se enfermaba, perdiendo su lozanía, algo que el médico real William Butts atribuyó a los «malos tratos» recibidos.
[54] El embajador imperial Eustace Chapuys se volvió su consejero cercano e intercedió, sin éxito, en su nombre en la corte.
[60] En 1536, Ana Bolena perdió el favor del rey inglés —supuestamente por un aborto involuntario ese mismo año—[61] y tras un proceso irregular fue decapitada.
[67] Enrique VIII le concedió una casa real, en la que se reincorporó Susan Clarencieux, la favorita de María.
[84] En 1543, Enrique VIII se casó con su sexta y última esposa, Catalina Parr, quien fue capaz de acercar a la familia.
María permaneció fiel al catolicismo y celebró desafiantemente la misa tradicional en la capilla de sus propiedades.
[93] Durante la mayor parte del reinado de Eduardo VI, María permaneció en sus propiedades y rara vez asistió a la corte.
No obstante, sus consejeros le advirtieron que la convocatoria era un pretexto para capturarla y facilitar así el ascenso de Juana al trono.
Por estos motivos, casi la totalidad de la corte real, incluidos sus médicos, creyeron que estaba embarazada.
Como no hubo nacimiento, Michieli ridiculizó desdeñosamente el embarazo como «algo que termina en viento en lugar de cualquier otra cosa».
[170] Inicialmente, no quería realizar cambios religiosos bruscos sin una resolución parlamentaria y, por tanto, toleró al principio a los protestantes.
[196] Con la asesoría del concilio de Trento, Pole esperaba reformar la enseñanza clerical y preparar un sacerdocio católico bien educado.
Sin embargo, estas reformas no se consumaron, ya que, con el ascenso de Isabel I, fueron revertidas.
Según el plan, Inglaterra debía atacar la costa francesa para dar un respiro a las tropas españolas en Italia.
[215] Los españoles custodiaban celosamente sus rutas comerciales y la reina inglesa no podía tolerar el comercio ilícito o la piratería contra su marido.
[218] Aventureros como John Lok y William Towerson navegaron al sur en un intento de desarrollar vínculos con la costa africana.
Desde allí viajó a la capital del zarato y fue recibido en Moscú por Iván «el Terrible», quien estaba interesado en un acuerdo comercial con Inglaterra.
[232] Aunque estas medidas no tuvieron los resultados deseados en su reinado, su sucesora Isabel I se benefició de las iniciativas.
Aún era renuente en designar heredera a su media hermana, aunque los españoles y su Parlamento la persuadieron para evitar que María I Estuardo heredase el trono.
[242] El Parlamento tuvo reacciones mixtas en la sesión posterior al fallecimiento, principalmente por los preparativos para la coronación de la nueva reina.
[246] La inscripción latina en su tumba dice: regno consortes et urna, hic obdormimus elizabetha et maria sorores, in spe resurrectionis —colocada por el sucesor de su media hermana, Jacobo I—, que se traduce: «Compañeras en el trono y la tumba, aquí descansan, Isabel y María, hermanas, en la esperanza de la resurrección» (Consorts in realm and tomb, we, sisters Elizabeth and Mary, here lie down to sleep in hope of resurrection).
[259] Christopher Haigh (1992) arguyó que la reactivación de las festividades religiosas y las prácticas católicas fueron bien recibidas por el público en general.
Sin embargo, Prescott mencionó que la reina inglesa ya se había retirado de los asuntos estatales durante el falso embarazo.
Existe la posibilidad de que, al menos durante este período, las órdenes reales hayan sido aprobadas por Felipe y el consejo privado.
[266][k] Según Whitelock (2010), los críticos coinciden en que la reina inglesa tuvo el suficiente poder para poner fin a las persecuciones en cualquier momento.
[272] Sus contemporáneos se quejaban principalmente de que su matrimonio había puesto a Inglaterra «bajo el yugo español».
[302] Alius quidam veterum poetarum, cuius nomen mihi nuncmemoriae non est, Veritatem Temporis filiam esse dixit Uno de los poetas antiguos, cuyo nombre norecuerdo ahora, dijo que la verdad es hija del tiempo.