La «Peregrina», prendida de un broche o joyel junto con el diamante «El Estanque», fue lucida por las sucesivas reinas que ocuparon el trono español.
La reina Margarita de Austria-Estiria la lució con dicho broche en su retrato ecuestre terminado por Velázquez (Museo del Prado), y también su esposo Felipe III la lleva, prendida de su sombrero (sin el broche), en el retrato que hace pareja con aquel.
La «Peregrina» permaneció en España hasta 1808, cuando el rey invasor José Bonaparte ordenó que le entregasen las joyas de los Borbones españoles, ya exiliados.
La perla fue enviada por Bonaparte a su esposa Julia Clary, que residía en París, pero años después de perder el trono español el matrimonio se separó y Bonaparte marchó a Estados Unidos, con una amante y con la perla.
No termina ahí el periplo de la «Peregrina»; todavía le quedaba otro viaje a Estados Unidos.
Los Borbones españoles tenían otra perla, regalada por Alfonso XIII a su esposa, y afirmaron que era la «Peregrina».
Según documentación develada recientemente, ya en 1914 Alfonso XIII sabía que la «Peregrina» había sido vendida por los Abercorn a una joyería inglesa.
No llegaron a un trato, y acaso fue entonces cuando Alfonso XIII obtuvo una segunda perla, que sería la mostrada por su viuda en 1969.
Como Liz no la veía, se descalzó y caminó por la alfombra, con la esperanza de palpar la perla con sus pies.
Novela sobre la historia de la Perla Peregrina, escrita por Manuel Pinomontano, El Beso del Colibrí