[18] En 1891, con nueve años, James escribe el poema titulado "Et tu, Healy", que trata de la muerte del político irlandés Charles Stewart Parnell.John Stanislaus Joyce, con antecedentes por gestión poco cuidadosa,[21] sufrió especialmente la crisis, e incluso estuvo a punto de ser despedido sin una indemnización, algo que consiguió evitar su esposa.[29] Destacaba incluso en materia deportiva, según declararía su hermano Stanislaus,[30] pero tuvo que abandonar la institución cuatro años más tarde debido a los problemas financieros de su padre.Según uno de sus más importantes glosadores, Harry Levin, en general dedicaba sus esfuerzos a los idiomas, la filosofía, la estética y la literatura contemporánea europea.Sus palabras fueron duramente criticadas por algunos asistentes, y Joyce les replicó pacientemente durante más de cuarenta minutos, por turno, sin consultar una nota, lo que consiguió suscitar grandes aplausos entre el público.Joyce y Nora iniciaron su autoimpuesto exilio desplazándose primero a Zúrich, donde se suponía que le esperaba un puesto como profesor de inglés en la Berlitz Language School, facilitado por un agente en Inglaterra.[79] En 1918 se inició una época buena para Joyce; fundó en Zúrich la compañía teatral "The English Players" con un actor inglés llamado Claud Sykes; representaron preferentemente dramas irlandeses.[87] Por ese tiempo, Nora le dijo llorando a Frank Budgen: «Jim quiere que vaya con otros hombres para poder escribir al respecto».Al reprocharle un amigo estas infidelidades, el escritor respondió: «Si me permitiera alguna limitación en este asunto, para mí sería la muerte espiritual».Aunque algunos críticos lo elogiaron, en general se censuró al autor el haber puesto tanto énfasis en aspectos triviales y desagradables de la vida cotidiana.No en vano, el escritor Samuel Beckett, que más tarde se convertiría en asistente de Joyce, muy apropiadamente la llamó «oeuvre héroïque» (obra heroica).Todas ellas están divididas en 18 capítulos para facilitar la lectura y comprensión de la obra, ya que el autor no estableció estas divisiones, solo agrupó los episodios en tres partes o secuencias: 1.ª: 1-3.[244] Harold Bloom hace igualmente a la obra tributaria del Hamlet shakespeariano, especialmente por lo que se refiere al personaje de Stephen Dedalus.[248] Otros críticos consideran igualmente Ulises mera continuación del Retrato, dado que ambas obras son fuertemente autobiográficas;[249] el propio Joyce reconoció este extremo en una carta.Entre sus muchos entusiastas, además del ya mencionado Samuel Beckett, se cuentan: W. B. Yeats, Ezra Pound, T. S. Eliot, Ernest Hemingway, Valery Larbaud, Arnold Bennett, William Faulkner, o Francis Scott Fitzgerald, quien ofreció al irlandés saltar por una ventana para probarle su veneración; Joyce le rogó que no lo hiciera.Entre los más importantes, están sin duda la enfermedad mental que aquejaba a su hija Lucia y sus propios problemas de salud, especialmente con la vista.El método del monólogo interior, las alusiones literarias y las asociaciones oníricas, así como los juegos de palabras, fueron llevados al límite en Finnegans Wake.[135] Harry Levin enumera solo algunos de los recursos estilísticos y gramaticales utilizados: Fónicos: rima, aliteración, asonancia, onomatopeya; morfológicos: derivación regresiva, infijos, etimologías, retruécano; alfabéticos: acróstico, anagrama, palíndromo.[301] Según Richard Ellmann, este libro, como los demás del irlandés, se estudia en todo el mundo y tiene la virtud de influir poderosamente incluso en autores que no lo han leído.[303] La rica tradición literaria que empapa al autor, tan visible en su obra narrativa, no la utilizará nunca para ensanchar el panorama de la poesía.[305] Una vez llegó más lejos, al afirmar: «No hay nada que pueda sustituir a la pasión individual como fuerza motriz de todas las cosas, ni siquiera el arte o la filosofía».Es una psique curiosamente anciana para un hombre apenas de mediana edad, y todos los demás personajes del libro parecen mucho más jóvenes que el señor Bloom.[366] En la sección Ulises, ya se ha visto la fuerte resonancia que tuvo dicha novela entre los más importantes escritores en lengua anglosajona de su época.La obra de Joyce ha sido escrutada hasta la extenuación por todo tipo de estudiosos y críticos que sitúan a este autor como influencia decisiva sobre otros autores, como Hugh MacDiarmid,[367] Samuel Beckett,[368] Flann O'Brien,[369] Máirtín Ó Cadhain,[370] Salman Rushdie,[371] Robert Anton Wilson,[372] Joseph Campbell,[373] etc. Harry Levin señala igualmente a John Dos Passos, Alfred Döblin, Jules Romains, Thomas Wolfe.[374] Según el profesor Francisco García Tortosa, gran experto en Joyce, su obra representa uno de los casos más evidentes del impacto que un autor extranjero puede ejercer en la literatura en castellano.[375] En España se observa muy directamente en autores como Gonzalo Torrente Ballester,[376] Juan Goytisolo,[135] Luis Martín Santos,[375] José María Guelbenzu,[377] o Julián Ríos,[378] así como en los hispanoamericanos Jorge Luis Borges,[379] Carlos Fuentes, José Lezama Lima, Alejo Carpentier, Mario Vargas Llosa,[380] Fernando del Paso[381] y, muy notablemente, en su traductor Guillermo Cabrera Infante,[382] entre otros muchos.[393] Se conmemora anualmente a Joyce el día 16 de junio —día en que transcurre Ulises, llamado Bloomsday—, en Dublín y cada vez en más lugares del mundo.[394] Cada año se celebra en Dedham, Massachusetts, la «James Joyce Ramble», un paseo pedestre en el que cada milla está dedicada a una obra de este autor.[402] Otros compositores de música clásica que se han inspirado en este autor: Samuel Barber, Luigi Dallapiccola, Pierre Boulez, John Cage; del pop, rock y folk: The Pogues, Kate Bush, Jefferson Airplane, Joan Báez, Van Morrison, así como los músicos de jazz Louis Stewart, Susanne Abbuehl, André Hodeir, etc.[403][404][405] En el campo del cómic, su vida ha sido narrada por Alfonso Zapico en Dublinés (2011).[418] Su amigo Frank Budgen describió con detalle la impresión que le causó al conocerlo: «Su saludo manifestaba la elaborada cortesía europea, pero su actitud parecía distante; su apretón de manos fue frío.