José Lezama Lima

[1]​ Principal referente de lo que Severo Sarduy llamó neobarroco americano,[2]​ su obra se caracteriza por su lirismo y el uso de metáforas, alusiones y alegorías, asentada sobre un sistema poético que desarrolló en ensayos como Analecta del reloj (1953), La expresión americana (1957), Tratados en La Habana (1958) o La cantidad hechizada (1970).

En 1935 publicó su primer trabajo, el ensayo Tiempo negado, en la revista Grafos, en la que al año siguiente se publica su primer poema titulado Poesía, al mismo tiempo que retomaba sus estudios universitarios.

Un año más tarde se recibió de abogado y apareció su obra Coloquio con Juan Ramón Jiménez.

Por esta época conoció a los poetas Gastón Baquero, Eliseo Diego y Cintio Vitier, que más tarde integraron el Grupo Orígenes.

Dirigida por Lezama y José Rodríguez Feo, Orígenes fue una de las publicaciones culturales más importantes de Cuba en aquella época,[7]​ alcanzó a publicar cuarenta números entre 1944 y 1956, y nucleó a un grupo de artistas e intelectuales entre los que se encontraban, entre otros, Ángel Gaztelu, Justo Rodríguez Santos, Gastón Baquero, Eliseo Diego, Cintio Vitier, Fina García Marruz, Virgilio Piñera, Octavio Smith, Mariano Rodríguez y René Portocarrero.

[16]​ El 5 de diciembre del mismo año contrajo matrimonio con su secretaría, María Luisa Bautista.

[10]​ Concebida como la síntesis y culminación de su sistema poético, la novela sigue la formación del poeta José Cemí, desde su infancia, remontando sus orígenes familiares, hasta sus años universitarios.

Querido amigo: Cortázar, por su parte, expresó: También el crítico mexicano Carlos Monsiváis se pronunció al respecto, evidenciando la dificultad de encasillar la obra en el género novelístico: Estos comentarios contrastaron con la dura crítica oficial del partido comunista cubano, que con excepciones como Vitier o Carpentier, la calificó de «obra hermética, morbosa, indescifrable y pornográfica», especialmente por sus pasajes homoeróticos.

[30]​[31]​ Fue enterrado al día siguiente en el sepulcro familiar del Cementerio Colón, junto a sus padres.

La vida, entonces, no sería otra cosa que una búsqueda por aprehender la fijeza, la esencia única del mundo en el permanente devenir temporal.

Así, el barroquismo poético lezamiano no responde a un mero alarde retórico, sino una condensación de imágenes y sentidos que busca aprehender el sentido del mundo, la imagen pura y esencial.

Como escribió Lezama en «A partir de la poesía»: Alvina Camacho-Gingerich define a las eras imaginarias como «circunstancias, conceptos, períodos excepcionales, que al ser atrapados por la imaginación e imagen poéticas se hacen arquetípicos y, por tanto, vivientes, eternos y universales», cuyos rasgos más sobresalientes son «lo fabuloso, lo maravilloso o sobrenatural, lo incondicionado, lo distinto y un afán de integración e incorporación en una totalidad o unidad».

[41]​ En el mismo estudio, y siguiendo a Lezama, la autora menciona las siguientes eras imaginarias: El intento más temprano de Lezama Lima por ensayar una teorización sobre la condición americana data de 1937, cuando tuvo lugar su Coloquio con Juan Ramón Jiménez, publicado un año después en la Revista Cubana y recogido mucho más tarde en Analecta del reloj.

En esta obra, Lezama hace una relectura de la historia americana en clave poética, dándole un lugar central al arte barroco, una postura que lo acercará a Alejo Carpentier, el otro autor cubano defensor de este movimiento como clave para explicar la condición americana.

[46]​ Se trata de una concepción mucho más abarcativa, que diluye la esencia de lo barroco en manifestaciones tan diferentes como la arquitectura rusa, la literatura francesa, la cultura hindú, etc. Lezama rechaza esta concepción universalista y transhistórica, ya que no le interesa ubicar la singularidad americana en relación con culturas de otras latitudes (no confundir con las eras imaginarias, dado que éstas no están unidas por una estética en común), sino indagar su carácter y su naturaleza.

Para Lezama el barroco es una expresión puramente americana e ibérica, resultado del mestizaje.

[47]​ Es por esto que Lezama define al barroco americano como un «arte de la contraconquista», expresión en la que la crítica brasilera Irlemar Chiampi ve una orientación política: En suma, Lezama coincide con Carpentier en reconocer la importancia de la influencia hispánica, pero restringe el concepto de barroco al ámbito americano, al mismo tiempo que lo actualiza y lo considera un continuo devenir en permanente mutación.

Manuel Pereira y Lezama Lima, en una de las sesiones del Curso Délfico , diciembre de 1970.