Su adolescencia campesina y precoz se vio marcada por el manifiesto enfrentamiento contra la dictadura de Batista.
Su presencia pública e intelectual le granjeó marcadas antipatías en las más altas instancias del Estado, lo cual, unido a su homosexualidad, provocó una implacable y manifiesta persecución en su contra.
Reinaldo Arenas sufrió persecución no solamente por su abierta homosexualidad, sino por su crítica al Gobierno, que le cerró muchas posibilidades de desarrollo como escritor e intelectual durante los años de mayor ostracismo cultural y sectarismo en la isla.
Por la prohibición que pesaba sobre su trabajo, Arenas no tenía autorización para salir, pero logró hacerlo cambiando su primer apellido por Arinas, en su pasaporte.
Su obra ha tenido gran influencia en escritores de la siguiente generación, no solo homosexuales, sino en la intelectualidad general.
Ella está presente en autores gais como Abilio Estévez y su Tuyo es el reino o en la novela Última rumba en La Habana, del escritor Fernando Velázquez Medina.
Varios de sus manuscritos fueron confiscados y destruidos por el régimen, razón por la cual tuvo que reescribir muchas veces, casi todas durante su exilio.
[7] Estos temas no solo se presentan en su obra narrativa, sino también en sus ensayos, su poesía y el teatro que escribió.
A pesar de su corta vida y las dificultades impuestas durante su encarcelamiento, Arenas produjo un importante trabajo.
En estas novelas, el estilo de Arenas abarca desde una narrativa realista y una prosa experimental altamente modernista hasta un humor satírico absurdo.
En 2000, este trabajo se convirtió en una película, dirigida por Julian Schnabel, en la que Javier Bardem interpretó a Arenas.