El mundo alucinante

El mundo alucinante es la segunda novela del escritor cubano Reinaldo Arenas.

Esta novela ha sido considerada como innovadora y renovadora de la prosa de su época en cuanto a la estructura narrativa e incluso para algunos críticos los primeros atisbos del realismo mágico comienzan con este escritor.

En principio Arenas se sentía identificado con la nueva lucha encabezada por Fidel Castro y Ernesto Guevara pues el escritor afirmaba que cualquier ideología o forma de gobierno sería mejor que la del régimen de Batista.

[2]​ Es así como un joven Arenas se une a la lucha revolucionaria en 1958 de la cual regresa sin disparar ni una bala pues se unió a la guerrilla en los últimos días de la lucha contra el antiguo gobierno.

Posteriormente, ya instalado el nuevo régimen, Arenas es becado en múltiples ocasiones para estudiar contaduría e ingeniería agrónoma, sin embargo, su espíritu como escritor surge a los veinte años cuando gana un concurso de la Biblioteca José Martí por leer un cuento ante un jurado entre los que se encontraban los poetas Eliseo Diego, Cintio Vitier y Fina García Marruz (quienes posteriormente serían sus mentores en el pequeño mundo literario de la isla).

Yo escogí para mi trabajo a Juan Rulfo porque me sentía más identificado con él.

Quedé yo muy intrigado por saber quién era ese creador de la literatura mexicana ¿Cuáles eran esas aventuras?

Ese año el premio queda desierto y la novela de Arenas solo obtiene mención honorífica, pero se le dice que si cambia algunos pasajes podría ser publicada.

La novela no ganó el premio por supuestos criterios editoriales como la inserción de pasajes eróticos y homosexuales[5]​ aunque cabe destacar que escritores como Alejo Carpentier y José Antonio Portuondo, simpatizantes del régimen, se opusieron a otorgar el premio a la novela y fue solo por la intervención de Virgilio Piñera que la novela recibió mención honorífica.

Tras perder el concurso de la UNEAC, Virgilio Piñera se puso en contacto con Reinaldo Arenas para revisar y corregir la obra, ambos revisaron el manuscrito e hicieron cambios para cumplir con los criterios exigidos, pero a pesar de los esfuerzos no lograron convencer a los editores para publicar la novela.

En una entrevista póstuma a estos eventos, Arenas hablaría sobre la censura de la novela: “Esos pasajes eróticos y homosexuales, ocasionaron una reunión a la cual me citaron pues tenía que suprimirlos si quería que el libro se publicase.

Ese mismo año la novela gana el premio a mejor libro extranjero y al año siguiente Arenas recibe una carta de la editorial mexicana Diógenes para publicar su novela, sin embargo, el proceso para publicarla en esta editorial fue bastante complicado, ya que fueron muchos los intentos fallidos para sacar el manuscrito de la isla y fue tan complejo e imposible hacerlo que uno de los jefes editoriales tuvo que ir a La Habana a recogerlo personalmente.

Arenas reedita la novela, le da la forma final y es publicada en 1982 por la editorial venezolana Monte Ávila.

Estos se pueden dividir en dos: los que realmente existieron y los que Arenas introdujo en la obra para llenar vacíos de información sobre la vida del Fraile y para agregar más acción al drama.

Fray Servando destaca sobre los otros eclesiásticos de su época por muchas razones, entre ellas su prosa y su vida, pues si  algo se puede afirmar de él es que no tuvo una vida ordinaria.

[52]​ Varios aspectos de su personalidad original quedan al descubierto en sus escritos, por ejemplo, su relación con las mujeres no es la de un clérigo cualquiera: “Como yo estaba todavía de buen aspecto, tampoco me faltaban pretendientes entre las jóvenes cristianas, que no tienen dificultad en explicarse, y cuando yo les respondía que era sacerdote, me decían que eso no obstaba si yo quería abandonar el oficio”.

[54]​ En su segunda etapa el fraile trotamundos viviría 24 años de persecuciones y martirios que según él le enseñaron a pintar monstruos, engendros en absoluto imaginarios sino copias de los originales.

[55]​ En el momento después de pronunciar su sermón, Servando sería condenado de por vida no solo a ser un desterrado sino a ser el mejor cronista del infierno según ciertos historiadores,[56]​ sus infortunios los transmutaría en mucho más que una simple narración de una herejía, un juicio y una penitencia inquisitorial.

Es esta prosa original de Servando la que le interesó a Arenas y la cual el llevó al extremo, esto se ve a continuación en el siguiente pasaje: “Aunque todo mi equipaje se reducía a un saquillo de ropa, que derramaron los guardias por el suelo, y a ocho duros que llevaba registrados, pasaron también con una lezna el forro de breviario, por si llevaba allí algún oro”[59]​ “Aunque todo mi equipaje se reducía a un saquillo de ropa, que desparramaron los guardias por el suelo y a ocho duros, que llevaba registrados, y que ellos se embolsillaron, pasaron también con una lezna el forro de mi breviario, por si allí llevaba algún oro; luego me hicieron desnudar y levantar los brazos, y uno de los guardias me fue levantando todos los pelos de la cabeza y del cuerpo para ver si allí escondía yo alguna riqueza.

Sin embargo; ahí no terminarían sus aventuras, Fray Servando nunca descanso en paz, sus restos posteriormente fueron exhumados y se vendieron a un circo, actualmente no se sabe dónde están.

¨Pero jamás – dijo en voz alta – llegaremos a tal perfección, porque seguramente existe algún desequilibrio".

Porque el hombre es, en fin, la metáfora de la Historia, su víctima, aun cuando, aparentemente, intente modificarla, y, según algunos, lo haga.

El hombre no se resigna a este pavor, de ahí esa incesante irrupción de códices, fechas, calendas, etc.”[70]​Con todo esto se llega a la conclusión de que no hay tiempo ni Historia pues estos conceptos son remplazados por la metáfora y esta metáfora es el hombre:“Lo que nos sorprende cuando encontramos en el tiempo, en cualquier tiempo, a un personaje auténtico, desgarrador, es precisamente su intemporalidad, es decir, su actualidad; su condición de infinito.

Por eso, el llamado Realismo me parece que es precisamente lo contrario a la realidad.

No fue sino por la oposición de Virgilio Piñera ante el jurado por lo que la novela fue premiada.

[74]​ Queda ahí claro que Arenas estaba en contra de ese realismo imperante en la Cuba socialista.

Pero lo que más le daba fuerza a esas críticas negativas era que su obra era fuertemente criticada y rechazada por figuras grandes de la literatura del momento como Nicolás Guillen y Alejo Carpentier.

En primera instancia el título El mundo alucinante indica que se trata de un mundo creado donde no hay lógica, sino todo lo contrario su alucinación, una visión deformada de la realidad.

[81]​ En resumen, no es una novela histórica porque Arenas hace una reinvención de las Memorias, no es fiel a la realidad ni al discurso histórico, se apropia del texto, prefiere no anclarse a un discurso, por eso lleva la historia al plano de la ficción, le interesa ver la Historia como la vio la gente que la vivió, le interesa apropiarse la Historia, “como interpretarla uno mismo”.