La expresión americana es un libro de ensayos del escritor cubano José Lezama Lima, publicado en 1957.
En primer lugar, mientras que Hegel piensa a la naturaleza y al paisaje como un elemento inerte y ahistórico, Lezama le otorga un papel fundamental en el decurso histórico y la conformación del ser americano; en segundo lugar, mientras que la racionalidad hegeliana implica un deber ser inevitable e irrenunciable, la visión poética de Lezama (basada en el contrapunto) permite señalar la imago, el potens, es decir, la infinita posibilidad del poder ser.
En este primer ensayo, en un primer momento aparecen Hunahpú e Ixbalanqué, personajes tomados del Popol Vuh, que descienden al inframundo (Xibalbá) y vencen a los señores de la tierra de los muertos; en un segundo momento aparecen los Artistas Aztecas enviados por Moctezuma para hablar con Hernán Cortés, y que impresionan a los españoles con sus obsequios y sus pinturas mágicas.
[4] En la segunda conferencia Lezama aborda la cuestión nuclear del libro, y quizás de toda su obra: el barroco americano.
Estas características, esta «presencia imposible», alcanza su punto más álgido en la figura de José Martí, en la que confluyen las anteriores.
[2][4] Ambas variantes, que surgen durante las gestas de independencia y toman la forma del romance español, son sin embargo diferentes a éste.
Aquí ya no hay un tono festivo, sino amargo, y al mismo tiempo, una reivindicación absoluta de la figura del gaucho y del espacio rural, en detrimento de la ciudad, con la que se rompe.
Pero mientras Melville «se siente separado del mundo, y en esa separación radica la destrucción que él necesita, Whitman se integra cuerpo contra yerba, yerba contra lo estelar, viviendo en la redención de lo necesario que es al mundo la presencia de su cuerpo».
[9] En otras palabras, mientras que Melville representa la tendencia autodestructiva por su separación del mundo, Whitman es el polo opuesto, la unión del hombre con su entorno, su paisaje, y cómo éste a su vez se crea por medio de la imagen poética.
Whitman y Melville serían los instauradores del Hombre de los Comienzos, que rechazan el historicismo hegeliano.
En esta línea, ensalza la cultura incaica, ya que, el incanato tenía un conocimiento profundo del espacio donde se encontraba.
[2] La expresión americana sigue siendo considerada por varios críticos como una obra central del corpus lezamiano.