Aunque durante su época de auge, durante la Revolución mexicana, tuvo un valor noticiero al "narrar batallas, hazañas, muertes trágicas, historias de bandoleros y valentones, asesinatos y ejecuciones, desastres naturales, accidentes, etc".
[8] Esta forma adquirida por los corridos lleva a que críticos como Diego Catalán, Aurelio González Ovies y Mercedes Días Roig consideren el corrido mexicano una adaptación del romance español, o de la balada europea, que se empieza a divulgar desde la época de la colonia, pero que no se adscribe en la identidad nacional mexicana sino hasta la revolución.
[9] Los primeros corridos mexicanos que se conocen nacen como versiones transculturadas de romances españoles.
En estas canciones existe sólo un interés temático, lo cual hace que la forma pierda atención y calidad.
Un ejemplo citado por Alberto Lira-Hernández habla sobre la intervención estadounidense en tierras nacionales en el año 1914: "Por ahí vienen los patones, los gringos americanos, diciendo que han de acabar con todos los mexicanos...".
Don Venustiano Carranza reclama ser presidente y por eso cada día se le encarga más la gente".
El corrido del "Hijo pródigo" es el ejemplo que pone esta vez el autor: "Recuerda -dijo mi padre- no abandones a tus padres, porque el que es desobediente va como pluma en los aires [...] También me decía mi madre: algún día recordarás y vendrás corriendo a verme y ya no me encontrarás".
La vitalidad y la flexibilidad que tiene el corrido mexicano, por su naturaleza oral, permite que en la actualidad existan letras originales de corridos interpretadas en géneros musicales extranjeros, como el blues y el ska, e incluso letras que no están en español, como las traducidas o compuestas por las comunidades indígenas de México o por las comunidades "chicanas" en los Estados Unidos, en inglés o en "spanglish".
El corrido, al igual que su antecesor literario el romance, presenta gran dificultad para ser clasificado por su amplitud, variación y plasticidad.
Resulta difícil homogeneizar los periodos en los cuales se han compuesto los corridos, pues abarcan muchos años y constan de una sorprendente heterogeneidad, por lo que en una misma categoría se encontrarían corridos que no tienen nada en común.
Por ejemplo, el Corrido de Pancho Villa dice: “Yo peleo por la justicia, también por la libertad, y la quiero para el pueblo por toda la eternidad.
ha vegetado por los grandes oprimidos”,[20] explicando algunas de las posturas políticas, creencias y valores que tenía Villa.
En esta composición se encuentra, por ejemplo, que la cucaracha representa al presidente Victoriano Huerta, quien era considerado un traidor por haber tomado parte en la ejecución de Francisco I.
Por ejemplo cantan estos corridos porque quieren defender en el estado de donde vienen aquello que consideran justo.
Así mismo, Frazer dice: “An analysis of corridos shows that the rural and urban poor were less concerned about their own readiness for citizenship and more interested in asserting lower-class notions of justice that often defied the authority of the state",[26] argumentando que la autoridad y el poder son ejes centrales del corrido, pues gracias a su popularidad servían como herramientas para forjar un imaginario en la opinión pública.
Varios años después, en la década de los 90 del siglo XX, los corridos zapatistas son retomados por la corriente denominada neozapatista.
La selva simboliza un santuario para la gente indígena y el centro de la rebelión, mientras que el paliacate representa a los neozapatistas.
Esto puede explicarse gracias a su antecedente literario, el romance español, en el cual la mujer desempeñaba un papel crucial.
En el romance se tiene una visión maniquea del comportamiento femenino, es decir, la mujer es muy buena o muy mala.