Destacó por su capacidad para imbricar en su obra las más diversas experiencias, colectivas e individuales, de su tiempo.
Entre 1934 y 1936 empezó a escribir Der Versucher (El Tentador), que sólo completaría en el exilio: es una parábola de la situación alemana.
En 1940 marchó a los Estados Unidos, allí escribió su más ambiciosa novela, Der Tod des Vergil (1945, La muerte de Virgilio),[1] donde la realidad y el delirio se mezclan durante las últimas horas de vida del poeta latino, en diálogo con el emperador Augusto; en su época veía Broch cierto paralelismo con la propia.
En unos pocos años, antes de su desaparición, logró completar obras con grandes esfuerzos; aparecieron póstumamente.
Murió en Estados Unidos, su obra disfrutó posteriormente una continua revalorización, que perdura hasta hoy.